DESDE HIDALGO Y COAHUILA SE VE EL 2021

Una elección vapuleada por la circunstancia.

Guillermo Deloya
Columnas
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Dentro de los muchos pendientes que deja la pandemia está aquel que, si bien no apresura con urgencia a la realización de una actividad vital, ha postergado el ejercicio democrático que, a su vez, en buena parte vendrá a dibujar en adelanto el posicionamiento de arranque de los partidos políticos hacia la prueba máxima que representa el 2021.

En un escenario atípico se llevarán a cabo las elecciones este año en Coahuila e Hidalgo, de las cuales emergerán autoridades legislativas locales, así como presidentes municipales. La fecha estimada nos envía al próximo 18 de octubre. Lo anterior después de haber sido postergadas dichas elecciones por meses, espacio en donde se relaja la intensidad de competencia y se distrae naturalmente de la esencia de la propuesta electoral de las fuerzas políticas y candidatos. Es la primera vez que la protección de la salud de la población constituye el motivo para aplazar una justa electoral. Sin embargo, parece que aún restan temas por resolver para destensar la fricción que priva entre el ejercicio del derecho al voto y la imperiosa necesidad del cuidado de la salud.

Aquí caben muchísimas preguntas: ¿Existirán con oportunidad y publicidad suficiente los protocolos para llevar a cabo la jornada electoral?, ¿se contará con una capacitación amplia a los supervisores electorales, funcionarios de casilla y en sí a todo participante en el cauce de la elección para actuar con prontitud y atingencia?, ¿qué ocurrirá con aquellos votantes que no observen en rigor las normas sanitarias?

Estos y otros cuestionamientos pueden poner en predicamento a la autoridad electoral e incluso generar quejas y litigios por inconformidades ante la inobservancia o exceso en la actuación de las autoridades electorales. No es un tema menor cuando no se tiene definido aún si existirán, y bajo qué reglas, medios de sufragio a distancia como el electrónico o el postal.

Tarea

Pero a todas estas respuestas se sobrepone el argumento inicial: ¿es posible negar un derecho político tutelado de votar, en aras de la protección a la salud pública? Es decir, ¿se le impedirá votar a quien no lleve cubrebocas o a quien se niegue a aplicarse gel desinfectante?

En principio resulta complicado, ya que contravendría un derecho fundamental. Por ello es necesaria y deseable una intensa campaña informativa que equilibre dos cuestiones: la imperiosa necesidad de proteger la salud en un evento electoral que ameritará la reunión de un número considerable de personas en casillas y espacios públicos; y la igualmente imperiosa necesidad de lograr un nivel de participación ciudadana que legitime las decisiones en las urnas.

Ya en diversas elecciones locales hemos llegado al irrisorio nivel de participación que se encuentra por debajo de 30%. Sin una democracia vigorosa, incluso en escenarios de restricción sanitaria, la polarización y la gobernabilidad se apersonan en un futuro previsiblemente complicado.

En este contexto por igual se presenta un tema comúnmente reprobado entre los mexicanos: el encarecimiento de la democracia con procesos costosos y ante atmósferas de abstencionismo que llegan a esa mencionada frontera de la poca legitimidad de los procesos electorales. Una prolongada interrupción no permite crecimientos en popularidad de candidatos al no existir campañas en su sentido tradicional; no se enciende la pasión por empatía al partido o a la persona. Ahí los equilibrios son complicados y los incentivos para ir a votar no se tienen claramente a la vista. La tarea es enorme pero no insalvable: se requiere de un esfuerzo absoluto de aquí a la fecha de la jornada.

La concurrencia y coordinación del Instituto Nacional Electoral con los Organismos Locales Electorales vendrá a ser un terreno de preparación para la macroelección que se avecina. En este cometido es un gran escenario para la salida a escena de los nuevos consejeros electorales. Carla Astrid Humphrey, Norma Irene de la Cruz, José Martín Fernando Faz y Uuc-Kib Espadas tendrán dentro de sus muchos nuevos cometidos el de aportarle credibilidad y solvencia a una elección vapuleada por la circunstancia y aminorada por un contexto que aparta del interés a una población que deberá generar conciencia de lo fundamental que resultará la participación ciudadana en aras de una democracia permanentemente cuestionada.