EL AÑO DIGITAL

“Un capítulo al que seguramente este año se le pondrá especial énfasis”.

Guillermo Deloya
Columnas
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Si algo nos enseñó la pandemia es que gran parte de la productividad y el desarrollo irrenunciablemente se encuentra aparejada al necesario apoyo tecnológico para la actividad humana: desde las plataformas de comunicación remota hasta la optimización para la transmisión de datos, estamos ante una carrera acelerada por una transformación que trastoca a usuarios, desarrolladores, proveedores, empresas y fabricantes.

Y en ese gran catalizador que fue el encierro por Covid no solo se afianzaron las modalidades de trabajo remoto mediante videollamadas, sino que se inició además una gran carrera por la aceleración de todos los procesos inherentes al mundo digital.

Es ahí donde el vertiginoso aceleramiento por el avance tecnológico debe balancearse con los retos de un mundo moderno y en permanente demanda de mejores proveedurías, pero también del necesario cuidado del medio ambiente y la reducción de la huella de carbono por crecientes incrementos en el consumo de energía.

Pero observada con responsabilidad tal condición, lo que es cierto es que el desarrollo de tecnología se ha quitado todos los frenos posibles y difumina las fronteras entre el avance de unas y otras innovaciones que poco a poco se empiezan a engarzar para la aplicación empresarial y en general de la vida común del ser humano. Temas como la Inteligencia Artificial (IA), la realidad aumentada, el Metaverso, los protocolos de transmisión de datos acelerados y la realidad virtual cada vez más estarán presentes a lo largo de este año que inicia.

Es así que uno de los primeros retos es potenciar su rendimiento en sistemas híbridos de convivencia, que a su vez complementen y detonen la creatividad humana. Sin embargo, tales innovaciones ya no pueden considerarse como meras herramientas de apoyo, sino como componentes inseparables.

Así, difícilmente una empresa puede ya desconocer al menos en un plano básico el funcionamiento de estos apoyos. Y si pretende engarzarse en avanzada a un escenario que se acentuará en este 2023 bien tendrá que dar cabida a este contexto digital en todos sus procesos; las ventas, el marketing, las cadenas de producción y suministros, y por supuesto los gustos de consumo del cliente, también han entrado a este campo de ajuste que procura la carrera tecnológica.

Metaverso

Estamos en la vía para llegar a contar con empresas y hogares más inteligentes con base en la tecnología digital, donde se combinen virtuosamente procesos y sistemas para apoyar la rutina humana.

Un estudio recién publicado y elaborado por la consultora Bersin & Associates revela cómo aquellas empresas que se preparan para esta nueva revolución tecnológica mediante un accionar holístico denominado culture of digital learning propician procesos mucho más adecuados y eficientes dentro de sus cometidos hasta en 58% arriba de competidores que continúan en la implementación de procesos tradicionales o no sujetos a digitalización o apoyo tecnológico de vanguardia.

Y dentro de esa gran vanguardia llama poderosamente la atención un capítulo al que seguramente este año se le pondrá especial énfasis. Nos referimos al Metaverso, que para muchas compañías y empresas ya constituye un mercado de comercialización poderoso, con posibilidades aún desconocidas, pero con horizontes que prometen ser enormes en lo inmediato. Con datos de McKinsey, tan solo en 2022 se destinaron más de 120 billones de dólares para el desarrollo del Metaverso. Es así como —por las recientes declaraciones del principal impulsor y prácticamente dueño de la idea, Mark Zukerberg— se sabe que este año tendrá como principal cometido duplicar la inversión para el Metaverso en espera de que se consolide en un nuevo territorio en 2025, donde prácticamente se declarará inaugurada la nueva era del internet. La información y medios de consulta se radicarán en plataformas de realidad virtual alojadas en este nuevo ecosistema digital y se cree que en 2030 el valor de lo comerciado en dicho plano alcanzará con facilidad los 20 trillones de dólares.

En un terreno tan prolífico sería de ciegos no empezar a hacer ajustes hacia lo que será una nueva forma de relacionarse, comerciar y convivir. Por lo pronto, nuestro país deberá impulsar desde lo público que el avance y adecuación tecnológica sean decorosas para un mundo que no esperará.