EL SUBSECRETARIO DESNUDO

El subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, supuestamente fue captando vacacionando en playas de Huatulco, Oaxaca.
Fotógrafo Especial/Fotógrafo Especial
Columnas
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El condicionamiento social es por todos los ángulos severo. Generalmente envuelve al individuo en un conjunto de capas que, llegadas al núcleo, revelan la parte más íntima de la personalidad y conceden el vistazo hacia la fundamentación del existir mismo en torno de sus valores y creencias. Así, la sicología se ha adentrado de manera común en esta temática a efecto de estudiar cómo es que los individuos se manejan en términos de las posturas mostradas ante la colectividad.

Carl Rogers, por ejemplo, toma en su análisis conductual el condicionamiento de lo “socialmente adecuado”, cerco que convierte a una persona en un ser prudente con sus expresiones hacia el medio público, aun cuando no necesariamente compagine su muy personal pensamiento con lo que expresa. Es ahí donde radica la tensión que vuelve incongruente a alguien que, si además se encuentra inmerso en la dinámica de la política o la administración pública, magnifica esa característica negativa de su comportamiento y la vuelve comúnmente reprobable.

La congruencia traducida al servicio público y la política se ha convertido en una moda que ondea como una bandera que adorna al que la blande. Se autoproclama congruente y honesto generalmente aquel cuya principal carencia son dichos rasgos positivos. Es una necesidad constante, sobre todo en la política mexicana, colorear las tarjetas de presentación con matices que le concedan credibilidad y, por supuesto, amplios horizontes en la trayectoria.

Sin embargo esa congruencia generalmente se pone a prueba con el cotidiano actuar donde, si no existe empaque, las fisuras de quien se precia de tenerla permiten escurrimientos desde ese núcleo íntimo a efecto de pintarlo de cuerpo completo.

Paradoja

Ese es el caso de quien no predica con el ejemplo y el congruente actuar en una situación de extrema sensibilidad como la emergencia sanitaria por Covid-19 en nuestro país. Una pandemia que ha dejado miles de familias incompletas por la lamentable pérdida de integrantes o ha devastado la condición económica de los hogares. Nadie ha sido ajeno a sus efectos perniciosos y aun así hay quienes continúan tomando a la ligera este inédito evento para la humanidad. Se puede contravenir por incongruencia principios y postulados pero cuando esto ocurre desde la cúspide pública de quien está en el encargo del control y manejo de la pandemia se vuelve auténticamente irresponsable el actuar. Ese es el caso del tan afamado Hugo López-Gatell. Podrá el funcionario esgrimir petulantes justificaciones a su “escapada” hacia playas paradisiacas o podrá escudarse en faldas y pantalones ajenos, pero su ejemplo deja mucho que reprobar.

Tan solo habrá que tener en cuenta que, contrario al pregón mediático, México se posiciona lastimosamente en los primeros lugares de los rankings que reflejan malos manejos en esta emergencia. Una curva que nunca se aplanó y que continúa creciendo a ritmos exponenciales, registros récord diarios en contagios y decesos y estudios internacionales que develan al país como aquel con mayor letalidad en el mundo, no son datos que ameriten poca seriedad.

Recientemente la Universidad Johns Hopkins definió que México es el país con mayor letalidad, es decir, mayor número de decesos por cada 100 casos confirmados de entre los 20 países más afectados por la pandemia: 8.8 casos por cada 100 contagios nos ubican a casi el doble de la segunda nación, que es Irán con 4.5 casos. En el gran total de decesos ocupamos el cuarto escaño, solamente por debajo de Estados Unidos, Brasil e India, situación que ya rebasa las capacidades hospitalarias para la atención médica de la enfermedad.

Pero el caos no trastoca a quien circula con altanería desde un encargo que le queda sumamente grande. Estar a la altura de la ocasión no solo requiere talento y conocimiento profundo del ramo sino que precisa de responsabilidad y actuación impecablemente ejemplar para pregonar esa congruencia de la que ya poco le queda al subsecretario.

Zipolite ha sido formalmente destino nudista desde 2016. Ahí la comunidad que practica la exposición del cuerpo en su naturalidad sabe que el defecto es inocultable ante la desnudez. Así, paradójicamente, López-Gatell se ubicó en el lugar perfecto: ahí donde su incongruente conducta ha permitido observarlo desde su esencia descubierta.

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