Los tiempos turbulentos son aquellos que moldean el comportamiento social con tonos de mandato. Sin embargo, quien dentro de esa sociedad decide pactar su trascendencia es aquel que con un comportamiento ejemplar moldea el tiempo para volverse referente. Es así que una actuación de valentía y liderazgo como la que muestra Volodímir Zelenski al frente de Ucrania puede constituir un real caso de estudio por la ruptura de creencias y moldes que campean alrededor de la figura de un líder tradicional.
Un líder es un constructor. Un edificador de cultura que involucra creencias, hábitos, cultura, valores y tradición. En los conceptos de Alfonso Siliceo Aguilar, es aquel que le da sentido y rumbo a una organización, y aquel que amalgama caminos para el logro de objetivos. Aun cuando mucho se ha teorizado sobre ese a veces borroso concepto de liderazgo, en lo que se puede estar de acuerdo es en que el mismo es dinámico; avanza con los componentes de contexto y circunstancia donde se desarrolla.
Sin embargo, lo que permanece estático es la relación de influencia ante la ejemplaridad con la que se generan fuertes lazos y empatía con los adeptos. Y en los momentos de apremio y urgencia es donde se amalgaman con mayor fuerza dichas ataduras; qué mayor escenario de tal tipo que uno de confrontación bélica.
Es pertinente ante el caso recordar la idea de Hélder Barahona en torno de la evolución del concepto del liderazgo catalogado como democrático. Ahí podemos encontrar como producto idóneo de esa cuadratura al presidente Zelenski si desglosamos los elementos que distinguen su actuar. En primer término, es un líder surgido de un escenario de necesidad, el apremio por abatir la incertidumbre se apuntala en una figura visible a quien seguir. Segundo, es un líder con seguidores e influencia sobre los mismos, adeptos adheridos por convicción ante la valentía mostrada. Tercero, es un líder con un propósito compartido, quien junto con millones enarbola la defensa por la soberanía de su país y la abolición de la injerencia extranjera irracional. Cuarto, es un líder con propósito de cambio, apuntalado en la intención de conservar la libertad de su país y modificar la relación de sumisión ante una nación poderosa. Finalmente, su actuar genera una imagen aspiracional que le concede carisma.
Inspirar
Con la conjugación de estos elementos el presidente ucraniano logra salir del anonimato internacional y transita hacia la identificación de su persona con un icono positivo de nuestros tiempos. Aquel hombre de 44 años a quien tanto se le criticó por un pasado poco ortodoxo dentro de las rutas de la política al haberse desempeñado como comediante, bailarín y actor, hoy establece agenda y seguimiento del caso al ponerse al frente de la resistencia que una nación avasallada ofrece. Consigue con declaraciones plagadas de lógica y franqueza poner a la vista la necesidad de contar con apoyos efectivos para evitar una invasión a su país, más allá del discurso de solidaridad que le concede la comunidad internacional y subrayadamente de naciones con potencial militar suficiente para evitar la injusticia.
Volodímir Zelenski se ha anotado una victoria en la batalla mediática global, donde con una imagen de sencillez y espontaneidad consigue lo que pocos líderes globales logran: inspirar. En una época de hiperconexión que conduce a la superficialidad e inmediatez, la coherencia y lo genuino encuentran una ponderación positiva en la escala de valores a exaltar de una figura pública. Cuando ella se acompaña de los elementos que hemos mencionado obtendremos una combinación de rasgos positivos de los cuales hoy Zelenski es portador.
No es tan solo el acto de guerra donde dos naciones se miden desde el peso de las capacidades militares. Este es un parteaguas donde se confrontan conceptos enarbolados por el imperialismo expansionista y la democracia liberal. Es esta una real contraposición de valores entre el autoritarismo y la libertad como eje en la vida. Ese tipo de luchas profundamente conceptuales requieren materializarse a través de figuras idóneas que se mimeticen con el imperio de la ley, la fraternidad y la solidaridad internacional, así como la renovación de la apreciación de un nacionalismo lejano a rancios dogmas.