LO QUE MUEVE UNA CIFRA

“Es un lamentable segundo lugar mundial el que alcanzamos en lo tocante a mortalidad por Covid”.

Guillermo Deloya
Columnas
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Por más que se pretenda aminorar el impacto de una cifra como la recientemente conocida en torno del exceso de mortalidad es imposible dejar de ponerle rostros a todos y cada uno de los más de 321 mil casos de fallecimientos por Covid que lamentablemente han acontecido en nuestro país. La enorme tragedia que vivimos a escala mundial por motivos de la pandemia requiere precisión y responsabilidad en su manejo, lo cual por obligación implica que se tenga certeza y puntualidad en la información medible desde la cual se generan estrategias o se proyectan horizontes.

Oscilar en la incertidumbre o, mucho peor, afianzarse en la negligencia es una pésima fórmula para las autoridades sanitarias, que en una situación como la vivida deberían gozar de la credibilidad necesaria para poder encauzar el comportamiento de 126 millones de mexicanos. Sin embargo por un cúmulo generoso de justificaciones la precisión con la que las cifras de la pandemia se compilan deja un panorama que dista mucho de ser aquel que genera la calma en un escenario de emergencia.

En este reciente episodio de desatinos por parte de la Secretaría de Salud ahora sabemos que el número posiblemente más fidedigno de casos de fallecimientos por la infausta enfermedad tendría que ser ajustado al alza en una cantidad escandalosa. El denominado reporte de exceso de mortalidad durante la emergencia por Covid-19 México 2020-2021 permite avizorar un panorama mucho más complejo que el que se nos presenta día a día en las conferencias vespertinas. En ese planteamiento mucho se deberá ajustar hacia la objetividad del tamaño del problema.

No es algo que deba pasar de noche cuando las implicaciones son vastas al prácticamente duplicar el número de personas fallecidas; mucho se puede reformular cuando se conoce esta nueva realidad. En primer término el incremento de la tasa de letalidad se dispara de forma preocupante. Mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) ajusta a la baja dicha medición para un gran cúmulo de países, en México estaríamos rondando 15% de fallecimientos entre el grupo de infectados, que supera los dos millones de personas. Ese solo indicador demuestra la enorme carencia que prevalece en la atención por parte del sistema de salud, el cual resulta insuficiente para salvarle la vida a quien se encuentra ya contagiado.

Es un lamentable segundo lugar mundial el que alcanzamos en lo tocante a mortalidad por Covid; solamente nos hallamos por debajo de Yemen, país que presenta 20% en dicho rubro.

Conciencias

Por otro lado, en términos totales rebasamos a Brasil para por igual colocarnos en un penoso segundo lugar por fallecimientos; incluso nos acercamos a Estados Unidos, que con una población que casi triplica en número a la de nuestro país presenta un cúmulo de poco más de medio millón de fallecimientos. Es escandaloso saber que hemos perdido más vidas que Italia, Reino Unido y Rusia sumados.

La información recientemente conocida permite por igual saber que la denominada segunda ola de contagio, aquella que provino del periodo vacacional decembrino, fue considerablemente más letal que la inicial. Las semanas que sucedieron a la primera de enero se llevaron la vida de infinidad de mexicanos. Si a tan lamentable contexto adicionamos el hecho de que el reporte de exceso de mortalidad se encuentra actualizado hasta el 14 de febrero, habrá que imaginar que las casi 27 mil muertes reportadas oficialmente para las semanas sucesivas estarán subcuantificadas en esta misma lógica y dinámica.

Esto por igual nos debe mover a la reflexión sobre la responsabilidad en los cuidados y lo pernicioso que resulta relajar las precauciones sanitarias, como ocurrió en ese fin de año 2020 y principios de este 2021. Estamos en la antesala de un nuevo escenario de desgracia magnificada si en la Semana Santa y de Pascua no asumimos un actuar rigurosamente cuidadoso ante la proximidad social.

Pero quizá más importante que mover estrategias y políticas que se implementan desde los números la cifra actualizada de fallecidos debe mover conciencias. Un México de responsabilidad conjunta entre una autoridad que no se esconde con cobardía de la realidad y un ciudadano que entiende que no hemos llegado aún a puerto seguro.