LOS MOTIVOS DE MARLEY

Derecho a un proyecto de vida y al libre desarrollo de la personalidad.

Guillermo Deloya
Columnas
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Robert Nesta Marley, oriundo de la región norte de Jamaica, marcó una época alrededor de la década de 1970, donde la filosofía afrocentrista del rastafarianismo encontró cabida en una sociedad estadunidense ávida de paz y convivencia fraterna. Además de la aportación musical tan recordada el legado de Bob Marley consiguió aproximar una filosofía donde el acercamiento a la naturaleza es uno de los grandes pilares de sostén.

Los creyentes en Jah pregonan que dicho dios vive en cada ser humano y permite concesiones de bondad en el camino de quienes predican moralidad, ética, y rectitud en la convivencia humana. Lo anterior bajo el catalizador de la ingesta de cannabis, esencial en toda ceremonia de razonamiento, que es el ágora donde se reflexiona sobre el bien que puede procurarse a lo social desde las posibilidades propias.

En esa ruta, y en continuidad de movimientos como el ya mencionado, o el hippie y el grunge de finales de los ochenta, la normalización del consumo de drogas ha sido no solo una manifestación de rebeldía sino además una expresión con tonos de espiritualidad desde donde se ejerce el derecho personal por la libre decisión y el desapego al régimen restrictivo que a lo largo de la historia criminaliza la posesión y el consumo de este tipo de sustancias. Es de ese ejercicio de libertad de donde parte el cambio de esquemas que, como tendencia mundial, tendrá que redefinir a nuestras sociedades ante los enormes mercados de consumo de cannabis, los cuales de mantenerse en esa sombra que los penaliza no propiciarían más que el desequilibrio hacia otros fenómenos no deseables en materia de delincuencia y salud.

Se trata de un real cambio en la interpretación del paradigma prohibicionista como muchos países ya lo han llevado a cabo. Aquí los caminos se bifurcan entre la posesión y el consumo; y a su vez en dichos casilleros la discusión es si se continúa en la criminalización de los mismos o se liberan, relajan o modifican en la legislación vigente.

Avance

En la entrada del nuevo milenio países europeos conocedores del fenómeno optaron por la eliminación absoluta de los tipos penales que sancionaban la posesión, en el entendido lógico de que esta conducta seguía la misma suerte legal que el consumo. No son cuestiones separadas y una presupone la otra; el camino se agota si de entrada el consumo es tipificado como delito, pero en el caso de no considerarlo así el sendero a transitar puede ser el que naciones como Portugal, España o Luxemburgo efectuaron al desaparecer de los códigos penales la posesión. La otra ruta conduce hacia la reducción de penas o la no sanción.

Nuestro país se encuentra ahora en este último supuesto, acompañado de Ecuador, Chile, Brasil, Argentina, Alemania y Holanda entre otros: la opción es la disminución o eliminación de castigos sin dejar de tipificar la conducta como delito.

Lo cierto es que llegar a consensos sobre el uso lúdico del cannabis ha sido un camino de altibajos, colmado de opiniones contrapuestas y en algunos casos de pensamientos poco progresistas que no recorren el enorme espectro de posibilidades que concede la legalización de esta sustancia. Es ahí donde se remarca un acierto en lo acontecido esta semana al aprobarse el dictamen con proyecto de decreto por el cual se expediría la Ley Federal para la Regulación del Cannabis, así como las correspondientes reformas a la Ley General de Salud y el Código Penal. Es un avance generoso el que las comisiones unidas de Salud y Justicia de la Cámara de Diputados decidieran darle paso a un marco jurídico de vanguardia.

Sin embargo aún caben reflexiones en este destino. Es cada vez más sólido en el mundo en conjunto el derecho a un proyecto de vida y al libre desarrollo de la personalidad y la salud; ello impulsa a que el cambio en el modelo prohibicionista defina nuevos objetivos sociales en torno de la salud y la protección de las personas. Estamos, en tiempo presente, creando nuevas condiciones que tendrán que mover en conjunto al gobierno para evitar desagradables sorpresas para vivir en paz y en armonía. Así tal cual Marley lo hubiese querido.