MI REAL ELECCIÓN

“Oportunidad de procurarle un candado de cierre a quienes no merecen la confianza ciudadana”.

Guillermo Deloya
Columnas
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Cuando una contienda electoral enriquece a la cultura democrática y permite la discusión ordenada de posturas ante los grandes temas de la sociedad bien se le podría dar la bienvenida a pesar de lo asiduo e incesante de su presencia en el tiempo.

Sin embargo, parece que los partidos políticos en nuestro país, así como los actores que se entronizan en sus dirigencias, poco han aprendido de un contexto donde el repudio hacia ellos se generaliza por la pobreza de oferta que han puesto sobre la mesa.

Así, México irá de nueva cuenta a las urnas para decidir quiénes serán los gobernantes en seis entidades federativas que por las características particulares de dichos estados o por la suma poblacional a gobernar significan un interés político supremo para los institutos políticos que contienden electoralmente.

En la mesa de la disputa están Hidalgo, Aguascalientes, Tamaulipas, Oaxaca, Durango y Quintana Roo. Los cuatro primeros casos tendrán la lógica de una contienda centrada en características unipersonales al elegir únicamente al Ejecutivo del estado. Durango, sumido en una crisis profunda de seguridad, renueva la totalidad de su territorio al tener la obligación de optar por 39 presidentes municipales y el cúmulo correspondiente a 327 regidurías. Finalmente, Quintana Roo, renovará su cartera legislativa al buscar 15 diputados por mayoría relativa y diez correspondientes a la representación proporcional.

En tal amplitud de opciones hay particularidades que hacen de esta elección una a la que hay que prestarle subrayada atención.

Temas

En primer término, en un escenario de alta polarización nacional por los temas que nos confrontan, incluso a niveles ideológicos, la elección puede tender a contaminarse de la dinámica general y alejarse de la problemática local. Muchos son los posibles temas estatales a solucionar que ameritarían una propuesta sólida por parte de los postulantes. Es sabido que un nuevo y fortalecido federalismo empieza por edificar desde los núcleos locales de la sociedad.

Poco abona sumarse ciega y exclusivamente a los temas que son paraguas de la discusión y la narrativa conveniente a los partidos desde una perspectiva nacional.

En un segundo casillero de análisis para resaltar la importancia de esta elección está la visualización del inevitable escenario de inseguridad. He aquí la frontera que ya no se debe traspasar, donde se ha normalizado la intrusión del crimen organizado tanto en la selección de candidaturas como en la operación de las elecciones. Estamos en la oportunidad de evitar perfiles de candidatos que detenten sospechas de oscuros nexos y pasados. Y estamos por igual en la oportunidad de procurarle un candado de cierre desde la sociedad a aquellos que no merecen la confianza ciudadana. De ahí la necesidad de reforzar los esquemas de vigilancia tanto de la autoridad electoral como de los aparatos gubernamentales de seguridad, procuración y administración de justicia, que den certeza de pulcritud en esta contienda.

Un pendiente que año con año y elección con elección parece quedar insoluto es la procuración de condiciones que eleven la calidad de nuestra democracia. Ahí volvemos al planteamiento inicial de estas líneas: tanto actores políticos como partidos permanecen en la desconexión y el divorcio con una sociedad que merece más que simulación, palabrería y fachadas que solo visten a quienes mandata la ambición y la codicia. Ejemplo de esta afirmación es lo que resultó un episodio penoso para la vida partidista del PRI Hidalgo. La ruta que se siguió en dicha entidad para segregar desde la dirigencia nacional a varios e importantes actores políticos no tuvo más que la intención de concretar una candidatura a favor de quien es la secretaria general del instituto partidista. Si como punto de partida se tiene una disputa pública sumamente agria entre el gobernador priista y el dirigente nacional del partido, se antoja imposible avenir posturas para que, como se ha tratado de hacer creer, existan condiciones de unidad y trabajo fraterno hacia la elección. Pero tal dinámica no es exclusiva del PRI: día a día la oposición empobrece su postura al ponderar la selección de figuras como pagos, más que por enriquecer la democracia misma.

Mi elección para México sería siempre ese enaltecimiento que tanta falta hace.