RETOS PARA RISHI SUNAK

“Revanchismo y resentimiento, un coctel dañino”.

Guillermo Deloya
Columnas
Rishi Sunak 2022 #PREMIER

Seis semanas bastaron para quedar estigmatizada como la peor, más corta y desastrosa gestión al frente del cargo de primera ministra del Reino Unido: Liz Truss consiguió ubicarse como la más breve encomienda al frente de dicho cargo y quien, además, se retira del mismo por decisión, a diferencia de George Canning, quien después de 119 días falleció en aquel ya lejano 1827.

Pero el gran problema que deriva de una turbulencia generalizada puede tender a ahondarse si la nueva gestión encomendada a Rishi Sunak no toma medidas de impacto inmediato, al menos para favorecer un ambiente de mejor receptividad que aquel que aún priva entre la tormenta.

Y el gran bono que tiene para presentarse es la razón que lo asistía al plantear una ácida crítica a la política económica implementada por su antecesora. Ahí está la constancia de que el nuevo primer ministro siempre advirtió que una disminución de impuestos, aunada a una operación de gasto corriente apuntalado en el préstamo, podría traer una tormenta inmediata de graves consecuencias.

No se equivocó. A pesar de lo breve del periodo de Truss la libra esterlina cayó a su nivel más bajo en una década. Las presiones por tal vía llevaron a un derrumbe del precio de bonos. Y finalmente se acabaron elevando los costos de préstamos, todo lo cual aterrizó en un deterioro en el costo de la vida cotidiana.

Pero a pesar del escenario aparentemente favorable para Sunak no debemos olvidar que su ascenso se da como resultado de un escenario de caos al cual mucho contribuye el canibalismo que se incrementa sustancialmente dentro del Partido Conservador. Estamos ante un instituto político partido a hachazos entre facciones y cuya principal apuesta para los últimos dos mandatos fue la ingobernabilidad procurada que finalmente concluyó en dimisiones.

Retos

En una entrada así, el primer cometido de Rishi Sunak será precisamente llevar una real calma con una labor política fina ante quienes no demorarán en exigirle cuentas y procurarle críticas de manera ácida. Lo anterior se puede recrudecer en un ánimo de venganza que el ala populista del partido tenga en razón de los desencuentros que tuviera el nuevo mandatario con quien entonces era su jefe, Boris Johnson.

Es cierto que el choque final con Johnson le ganó animadversión con aquellos pro Brexit que, en esta circunstancia, bien pueden contar para encauzar revueltas y hacer un ruido estridente al inicio del ahora endeble mandato.

Pero por otra parte, más allá del logro de un clima aceptable de civilidad política para la generación de acuerdos, está el reto mayúsculo para virar en tiempo récord hacia un mejor escenario en el plano económico. Y subrayo mayúsculo porque en la idiosincrasia británica no necesariamente va de la mano la estabilidad en ambos planos. La impopularidad procurada por la obligada deconstrucción del miniplan económico de Truss es una cuestión que se apersonará pronto y de manera inevitable.

Una ruta de austeridad en el gasto, renegociación de créditos y, por supuesto, la imposición de impuestos extraordinarios no es precisamente la mejor manera de presentarse en Downing Street; mucho menos cuando el destino de aquellos impuestos tendría que recargarse en la operación de grandes compañías en las que un buen cúmulo de parlamentarios conservadores tiene depositados diversos intereses.

Lo ideal sería que, conforme a un perfil de buenos alcances en la negociación económica como lo es el de Sunak, se pueda lograr una estabilidad económica que preceda a la real estabilidad política, pero lo controvertido del momento podría demorar que se tengan resultados inmediatos. Por ello, entre el revanchismo y el resentimiento este puede ser un coctel dañino que ponga las preocupaciones en casilleros distintos a los realmente necesarios.

Con una crisis política que pasa por la aversión hacia la figura del rey, el descontento y la necesidad de conservación en la política pueden provocar que a dos años de elecciones generales la máxima de conducción sea el logro dentro de la política interna y partidista, más allá del necesario logro en el alivio en la condición de crisis económica que se asoma para el pueblo inglés.

¿A qué le apostará el nuevo ministro ante esta disyuntiva?