VOTO ELECTRÓNICO EN CONSENSO

“El siguiente paso de una democracia efectiva y funcional”.

VOTO ELECTRÓNICO MÉXICO
Columnas
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A pesar de la gran polarización existente en torno de la tan sonada reforma política electoral en México existen puntos de coincidencia que pretenden catapultar hacia la modernidad un sistema de elecciones que, ante la discusión política, ha palidecido y se ha ralentizado gravemente.

Dentro de aquellos puntos de coincidencia que se avizoran el más sólido, y sobre el cual seguramente se podrá llegar a convenir su implementación, es el ejercicio del sufragio por medios de tecnología digital o lo que es lo mismo el famoso voto electrónico.

Y los antecedentes en el intento de implementación de esta modalidad de sufragio son vastos. Es así que, dentro ya del periodo correspondiente a este gobierno federal, legisladores del mismo signo político que el del presidente han puesto sobre la mesa de discusión diversos planteamientos para la reforma de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, la Ley General de Partidos Políticos, así como la Ley General de Medios de Impugnación en Materia Electoral, a efecto de considerar ya con solvencia este tipo de voto como pleno de toda legalidad.

Pero por igual el antecedente en el entorno mundial apunta a la confianza que le otorgan diversos países que, desde un distante 1989, han adoptado esta modalidad con total normalidad. Nos referimos a Estados Unidos, Bélgica, Venezuela, Brasil, India, Bulgaria, Filipinas y Emiratos Árabes, entre muchos otros.

Sin embargo, hay todo un entramado previo para una implementación efectiva, que en nuestro país se complica por lo enlodado de las discusiones en torno de una reforma electoral que polariza, pero también ante toda una tradición de descrédito del actuar de partidos políticos y actores protagónicos en las elecciones mexicanas; ese entramado es el tejido que sostiene la efectividad del voto innovador y se refiere a la plena confianza que se le pueda conceder.

Evolucionar

Es de todos conocido que en lo referente a política y elecciones nuestros connacionales no le otorgan un grado de credibilidad y confianza al sistema, lo cual hace complicado que ahora se permita plantear una evolución hacia una forma de sufragio que muchos consideran altamente manipulable. Sin embargo, para efecto de crear ese escenario de confianza hacia la tecnología aplicada a lo electoral, debemos reflexionar que la misma siempre ha estado presente a lo largo de nuestra normalidad democrática. Desde los conteos rápidos, el PREP o recientemente la capacitación virtual en materia electoral que se afianzó con la pandemia, encontramos casos de enorme éxito como antecedentes de lo que ahora debe evolucionar en lo que toca al voto por estos medios de apoyo.

Así, el uso de la urna electrónica y —en un estado mayor de evolución— el voto vía remota por medios tecnológicos suprimen tanto el esfuerzo humano —sobre todo para el conteo— como la posibilidad de implementar prácticas fraudulentas posteriores a la conclusión de la jornada electoral durante el escrutinio físico de actas.

Los costos derivados de una jornada con cero tecnologías de apoyo para el voto son mucho mayores a los que existirían en el caso de contar con votaciones soportadas por urnas electrónicas y apuntaladas adicionalmente en la opción de sufragar a distancia por vía del internet. Se sabe que la inversión inicial para este esfuerzo es considerable, pero palidece cuando los números pasan por la suma de cada año electoral que transcurre apoyado exclusivamente en la logística humana.

Esta es una enorme oportunidad para escalar hacia el siguiente paso de una democracia efectiva y funcional. No hay que tenerle recelo a la tecnología cuando precisamente ha sido mediante ella como se han logrado mejores resultados en este rubro. Sin embargo, hay que abonar al clima de confianza mediante una gran campaña de información hacia la ciudadanía respecto de estos beneficios y cómo los ahorros incrementales a futuro nos van a favorecer a todos. Esto, para mala fortuna, se antoja complicado cuando las discusiones se arrancian y los ánimos se caldean. Permear las bondades de un sistema de tecnología aplicada es misión casi imposible dentro de una nube de reyertas, aun cuando este sea el punto de mayor acuerdo entre quienes probablemente en todo lo demás no lleguen más que a oscuros e intrincados callejones de disputas.

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