Tan solo el año pasado, 17 países con los cuales Estados Unidos sostiene relaciones normales dejaron de usar el dólar en algunos o en todos los ámbitos de su comercio internacional.
Esto quiere decir que dichas naciones han establecido convenios o tratados bilaterales o multilaterales para comerciar en sus propias monedas: ahora venden y compran sus exportaciones e importaciones en términos de otras monedas, y no el dólar.
Es el resultado inevitable de la adicción de la Reserva Federal a emitir dólares con una fiebre keynesiana que le habría envidiado el mismo Luis Echeverría: echando a andar la maquinita de imprimir billetes en tres turnos sin días feriados, hasta que echa humo de tanto calentamiento. Dizque para “estimular” la economía, lo que está logrando la Fed es destruir el bilimbique verde.
Natural: con cada trillón de dólares que inyecta a la economía mundial lo que hace es deteriorar el valor de cada dólar previamente existente. La lógica es tan sencilla, que no podemos esperar que la entiendan doctorados en Economía como Larry Summers o Paul Krugman.
Hoy o mañana, en función de quién sabe qué presiones secretas e irresistibles, China y México podrían firmar un tratado para que China aceptara pagos en pesos y México aceptara pagos en yuanes o reminbis; o simplemente, que México estuviera de acuerdo en pagar o cobrar en yuanes en su comercio con China. Me imagino que una iniciativa de ese tipo, de parte de este nuestro entrañable “patio trasero”, despertaría terremotos en el Departamento de Estado de EU.
Cambiarlo todo para que nada cambie Este cambio geofinanciero sin duda está causando berrinches sin fin en Washington, pero no marca ninguna modificación esencial en el sistema financiero global. Ni mejora las cosas de fondo, ni es una solución ni una práctica sostenible y sólida. Es simplemente usar otros dineros fiat en vez del gringo.
Algunos comentaristas superficiales dicen que este cambio es algo importante. No lo es. Lo único que implica es que se está evitando usar el dólar americano como medio de intercambio. Pero el dinero fiat, de papel, virtual, sigue dominando la escena con sus defectos intrínsecos e irredimibles. El yuan no es fundamentalmente mejor que el euro, el dólar, el peso, la libra, el yen o el rublo: sirven como medio de intercambio, pero no como depósito de valor (ahorro).
Reflejan cambios en el balance del poder geopolítico, que está en mudanza perpetua: China fue un gran imperio durante cuatro mil años y luego cayó en la ignominia; Estados Unidos ni existía hace apenas tres siglos y hoy es ya una superpotencia en declive, etcétera.
El predominio monetario refleja estas mudanzas: el florín holandés tuvo su auge, luego la libra esterlina, luego el dólar, ahora al parecer el yuan, etcétera. Pero nada más: seguimos sometidos a la demencia del dinero fiat. Que ahora el gerente sea el afanador y viceversa, no modifica la índole del casino.