¿Recuerdas estas frases célebres de sendos secretarios de Hacienda de México (tecnócratas, but of course)? La primera: “La pobreza en México es un mito genial”. La segunda: “Seis mil pesos mensuales bastan para mantener dignamente a una familia mexicana”.
Ahora Estados Unidos no quiere ser menos que esos señeros humanistas y ha lanzado su “Presupuesto McDonald’s para lustre y esplendor del país más rico de la historia”.
No faltan los envidiosos que lo tildan de “risiblemente irreal, aunque también profundamente trágico”, pero no hagas caso: son puras envidias.
Un ejemplo propuesto: Ingreso Mensual Neto, dos mil 60 dólares (primer empleo, mil 105; segundo, 955: docenas de millones de familias gringas están en este promedio). Gastos, mil 260 (ahorro, 100; hipoteca o renta, 600; préstamo auto, 150; seguro casa/auto/salud, 120; calefacción, cero; Cable/teléfono, 100; otros, 100; recursos disponibles, 800). Te quedan 27 dolarotes diarios para alimentar/vestir/divertir a tu familia. ¡Una fortuna! Claro, suponiendo que logras conseguir/conservar dos empleos (hoy toda una hazaña) para 70/80 horas de trabajo a la semana (12/13 horas diarias de lunes a sábado). ¿Régimen de esclavos, dices? ¡Y dale con tus envidias!
El problema es que 47% de los trabajadores gringos tiene ese ingreso… pero antes de impuestos. Sus percepciones reales están debajo de la raquítica cuota señalada.
Detroit
Hiroshima, Mon Amour fue una película de 1959 (director, Alain Resnais; guión, Marguerite Duras), hito de la llamada Nueva Ola Fílmica Francesa.
La tragedia atómica de esa ciudad es solo un pretexto para narrar un drama intimista, pero ningún espectador puede verla sin sacudirse las esporádicas imágenes del bombardeado puerto.
Ahora, en el país más cinematográfico que ha existido hasta hoy, tenemos un remake tipo Marx (“La historia se repite; primero como tragedia y después como comedia”). Hiroshima fue la tragedia, y esta vez la comedia se llama Detroit. La que llegara a ser en sus días de gloria la cuarta ciudad de EU se ha declarado en quiebra. Es la bancarrota urbana más grande en la historia del país más rico de la Tierra. Es la primera quiebra de esa envergadura; no será la última ni la mayor.
La cereza del pastel (solamente por esta semana) es la expulsión de Hungría del Fondo Monetario Internacional. Gyorgy Matolcsy, gobernador del banco central y ex ministro de Economía (una especie de Ortiz o Carstens de allá, pues) lo echa y promete (amenaza) pagar este mismo año hasta el último centavo de su deuda con ese tentáculo… perdón, esa institución internacional. Es el primer puntapié europeo en ese augusto trasero; no será el último ni el mayor.
Cada vez está más claro que las tarascadas en el Olimpo están de a peso. Todos contra todos: países, gobiernos, banqueros, ejércitos, espías, medios, religiones, etnias, clases, hackers; guerras de divisas, guerras comerciales, guerras calientes, guerras civiles, guerras electrónicas, guerras tecnológicas. Todos contra todos. Todavía con relativa (muy relativa) discreción, pero pronto las patadas serán tan evidentes, que las podrán ver hasta aquellos dos inefables secretarios de Hacienda.