AGUA PRIETA: EL INTENTO DE FRANCISCO VILLA POR RECUPERARSE

“Villa se vio obligado a recurrir a otras tácticas”.

Ignacio Anaya
Columnas
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A comienzos de noviembre de 1915, en Agua Prieta, Sonora, dos fuerzas combatieron por controlar aquella ciudad: los villistas y los constitucionalistas. El ejército de Francisco Villa, que llegó con la herida de la derrota en Celaya, intentó tomar esa plaza sin éxito; la campaña de Sonora fue un último esfuerzo por restaurar la hegemonía del villismo.

Del otro lado estuvieron los defensores comandados por Plutarco Elías Calles. A desconocimiento de los atacantes el ejército defensor contó con el apoyo de Estados Unidos, que para ese entonces ya había definido cuál sería su facción por favorecer en esta etapa del conflicto revolucionario.

La marcha hacia Sonora fue agotadora para los villistas; no contaron con el ferrocarril, por lo que avanzaron a pie o a caballo desde Chihuahua. En el camino perdió la vida Rodolfo Fierro, fiel lugarteniente de Villa, al ahogarse en aguas pantanosas.

Agua Prieta representó una zona estratégica para ambas partes por ser una ciudad fronteriza. El Centauro del Norte atacó esperando conseguir aquel poblado y desde ahí montar una nueva ofensiva contra Venustiano Carranza. En la guarnición se encontraba Plutarco Elías Calles, quien implementó un sistema de trincheras para frenar a las cargas villistas; una estrategia parecida, con sus respectivas variantes, a las empleadas en la Primera Guerra Mundial.

La contienda terminó en una victoria decisiva para las tropas constitucionalistas. En beneficio de los defensores Álvaro Obregón mandó refuerzos desde el noreste del país, los cuales llegaron antes de comenzada la batalla. El gobierno de Carranza había conseguido el permiso de Estados Unidos para trasladar a tropas mexicanas por suelo estadunidense desde Coahuila hasta Agua Prieta.

Así lo narró Obregón en su autobiografía militar Ocho mil kilómetros en campaña: “Al mismo tiempo dispuse, por conducto del C. general Hill, el embarco de las brigadas 2, 8 y 9 de infantería de la Primera División del Noroeste para marchar con destino a Agua Prieta por la vía de Piedras Negras, donde deberían transbordar para continuar la marcha por territorio norteamericano hasta Agua Prieta, para lo cual nuestro gobierno había obtenido ya el correspondiente permiso del gobierno de Estados Unidos”.

Derrumbe

Para los estadunidenses era necesario terminar con el conflicto y traer orden al país y la frontera. Fueron capaces de permitir el transporte de tropas mexicanas por su territorio con tal de lograr una definitiva derrota del villismo, cosa que no sucedió, puesto que Villa continuaría activo en los años posteriores, cambiando su estrategia por la de una guerra de guerrillas.

La batalla provocó un considerable número de deserciones villistas. En un telegrama de Calles dirigido a Obregón aparecen cifras sobre los desertores: “Más de 400 hombres desertaron de sus filas pasándose a Estados Unidos y viniendo después a presentárseme en Agua Prieta”. Cantidades dudosas pero que reflejan la utilidad del territorio estadunidense como un espacio seguro durante este tipo de enfrentamientos.

En los días que siguieron varios villistas terminaron exiliándose a Estados Unidos, mientras que otros se rindieron ante los constitucionalistas.

Villa se vio obligado a recurrir a otras tácticas, su historia todavía no terminaba y Estados Unidos sería prueba de ello. No obstante, la imponente División del Norte no era más: unos cuantos leales al general continuaron la lucha dentro de un nuevo escenario que reflejaba el derrumbe del villismo.