DEPRESIÓN

“Es fundamental concientizar sobre su existencia”.

Ignacio Anaya
Columnas
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Para unos es algo que se puede romantizar, para otros un verdadero problema, una carga de la que no se puede escapar fácilmente. Hay quienes la han superado, hay quienes la controlan y hay quienes se dejan controlar por ella. Un sentimiento de soledad, desesperación, impotencia, tristeza y muchas otras cosas más. Puede estar presente tanto en el día como en la noche, no respeta los horarios de nadie. En los casos más graves puede llevarse a uno al más allá, pero en todos convierte hasta a los más valientes en seres vulnerables.

Muchas maneras existen para describir a la depresión. Cada uno la experimenta de manera diversa, en ningún caso con efectos positivos. Y, a pesar de ser tan común, sigue sin ser bien comprendida por la sociedad. Sus males pasan desapercibidos: es una maestra en el arte de aparentar y logra engañar con mucha astucia hasta a los más perceptivos, por lo que resulta difícil poder encontrarla. Manipula a su víctima, la aísla de la sociedad generándole pensamientos que son llagas.

Desafortunados son los afligidos por ella, pues como una maldición se alimenta del alma, succionándola a más no poder hasta convertir el cuerpo en una cáscara irreconocible para la razón. Peor aún, sus causas son infinitas: estar en una crisis profesional, tener el corazón roto, perder a un ser querido, sentir nostalgia por un lugar o una persona, llegar a una determinada edad, caer en la frustración por el fracaso de un proyecto… y millones de razones más que pueden abrirle la puerta. Algunos de estos orígenes podrán sonar ridículos en oídos de otras personas, pero eso solo aumenta el silencio de la víctima. La sordera de los primeros es una enorme montaña para los segundos. La decisión de escalarla no es fácil.

Control

¿Cómo se combate este grave mal? Si fuera tan sencillo se habría eliminado hace tiempo. Su naturaleza mantiene una estrecha relación con el ser humano, puesto que la razón y los sentimientos nunca desaparecen, por más que se les intente suprimir.

Hay personas y medicamentos encargados de luchar contra la depresión. No obstante, a veces se esconde de manera tan eficaz que puede estar a la vista de todos sin ser detectada. Es ahí, entonces, cuando la víctima se siente en total soledad, ya que no puede encontrar ayuda en nadie, sea un extraño o un ser querido. Requiere una gran valentía admitir padecerla y buscar ayuda para enfrentarla. Se convierte en una lucha de todos los días, mas no hay que enfrentarla solos.

Es fundamental concientizar sobre su existencia. No es un cuento de hadas: es real. Sus verdaderos peligros se hacen evidentes cuando ya es muy tarde. Esconderla no es una solución, ni a largo ni a corto plazos. Se le debe enfrentar con toda la maquinaria disponible, con toda herramienta que sea capaz de darle un duro golpe y con toda valentía para que la víctima pueda volver a respirar un esperanzador aire, libre de ella.

La depresión es natural al ser humano, pero no por eso se le debe dejar consumir todo lo que tiene a su paso. Nunca se va a ir: esa es una triste realidad. En cuanto la existencia lo permite, así son las cosas. No obstante, como en el caso de otras varias calamidades, el control sobre este mal es posible; hay que luchar para lograrlo.