EL BEISBOL EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

“Este caso muestra el uso que la política le da al deporte”.

Ignacio Anaya
Columnas
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El deporte es una pieza fundamental del rompecabezas que conforma a una sociedad moderna. Resulta difícil cuestionar su función como entretenimiento de masas. No obstante, al mismo tiempo tampoco se le puede negar la estrecha relación que guarda con distintos ámbitos. En tal sentido, el historiador Norbet Elias destaca en su obra Deporte y ocio en el proceso de la civilización (1986) que “por una parte, el peso del deporte en la vida de las sociedades contemporáneas, como práctica, como actividad económica y como espectáculo, excede en su implantación en la vida cotidiana la participación de muchas otras actividades”.

En el caso de los Juegos Olímpicos, representan para cada nación entretenimiento, nacionalismo y, en el caso de las potencias, luchas políticas.

Ciertamente hay bastante por dónde analizar el deporte, más allá del propio aspecto deportivo.

En 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, una pregunta circuló entre los directivos del “rey de los deportes”. ¿Debía o no continuar el beisbol ante la enorme crisis por la que pasaban Estados Unidos y el mundo? La respuesta vino del presidente Franklin D. Roosevelt, quien mandó una carta el 15 de enero de 1942, conocida como la “Green light letter”, a Kenesaw Mountain Landis, primer comisionado de Las Grandes Ligas de Beisbol. El mensaje del jefe de Estado fue claro: “Habrá menos gente sin trabajo y trabajarán largas horas y más duro que antes, lo que significa que necesitan un espacio de recreación donde puedan alejar sus mentes del trabajo por un breve tiempo”. El beisbol debía continuar.

Aunque el argumento del presidente era válido, dentro del contexto de la guerra no quedaba al margen su relación personal con dicho deporte. La carta en sí no era un decreto presidencial, sino su opinión, como él mismo lo expresaba: “Lo que voy a decir es solamente personal y no una perspectiva oficial”.

Circunstancias

Roosevelt, al igual que la mayoría de los estadunidenses, amaba el beisbol. Varias veces estuvo cerca de perder su trabajo como abogado en Nueva York debido a que se salía en secreto a ver partidos de los Gigantes.

Otro aspecto importante mencionado en la carta fue el referente a los jugadores. Varios beisbolistas se enlistaron en el ejército estadunidense y fueron mandados a combatir, lo cual reducía la calidad de los juegos. Pero el presidente estaba seguro de que la popularidad de los partidos no se vería obstaculizada. Cabe mencionar que para esas fechas el beisbol se encontraba en su apogeo en Estados Unidos, por lo que cancelarlo implicaría una gran baja moral en la población.

La carta terminó haciéndose pública y recibió en general una respuesta positiva por parte de la gente. Este caso muestra, en primera instancia, el uso que la política le da al deporte. Se puede observar que Roosevelt vio las ventajas que ofrecía en la sociedad estadunidense. Era un balance respecto del aumento de las horas de trabajo debido a la guerra. Para un conflicto de tan gran magnitud se necesita una sociedad estable, sin la capacidad de cuestionar el sistema actual y unida frente a la guerra. El beisbol representaba esa unidad nacional.

El deporte puede verse como un medio de entretenimiento y recreación, pero a su vez estas funciones cambian o se ven alteradas en momentos de gran tensión política o por las circunstancias que así lo requieran.