EL CULTO A UN INDIVIDUO

“Los gobiernos moldearon el pasado para crear a sus héroes nacionales”.

Ignacio Anaya
Columnas
Héroes nacionales, IGNACIO ANAYA

“Porque, según yo lo considero, la Historia Universal, la historia de lo que el hombre ha realizado en este mundo, es en el fondo la historia de los grandes hombres que trabajaron entre nosotros. Estos fueron en verdad capitanes, grandes capitanes…”, escribió el filósofo e historiador escocés Thomas Carlyle en su obra Sobre los héroes en 1841.

Se puede inferir de la cita que para el autor la historia ha dependido fuertemente de ciertos personajes y sus actos. Un pensamiento anticuado de hace más de un siglo que se presta más a un estudio historiográfico y no a una manera actual de observar el pasado.

Aun así, los héroes han figurado en los discursos históricos de varias naciones desde el siglo XIX, siguiendo presentes hasta la fecha, por lo que no son raros los gobernantes obsesionados con entrar a ese “panteón heroico” de la historia nacional.

¿Qué hace a una persona o su figura objeto de culto? No es un tipo de atracción entre dos amantes, el que uno siente amorosamente por alguien. Mejor dicho, aquel tipo de hipnotización, si se le puede llamar así, de ciertos personajes para sumar el apoyo de un cierto número de personas a su causa.

A lo largo de la historia han existido estos sujetos a los que se les reconocen ciertos atributos que les atraen súbditos y seguidores (derecho divino, actos sobrenaturales o heroicos, personificación de una deidad, intermediario de los dioses, etcétera). Ahora bien, varias figuras políticas de la modernidad se volvieron objeto de culto y de movilización de masas sin tener los atributos previamente mencionados. En Latinoamérica estuvieron los famosos y controversiales caudillos, capaces de llegar al poder mediante su carisma y sus habilidades para cambiar de una ideología política a otra. El culto a la personalidad fue asimismo un elemento que se vio presente en varios gobernantes modernos, siendo Porfirio Díaz uno de los ejemplos mejor conocido.

Narrativa

Uno pensaría que en la actualidad, con un pensamiento más posmoderno, razonable (dirían algunos) y con la constante indiferencia hacia el futuro, el culto a la persona habría terminado. En México los anuncios en las calles muestran lo contrario: aquellos pidiendo la continuación en el poder de cierto personaje político o las enormes pancartas de una alcaldesa.

Se suele creer que un gobernante tiene poder hasta donde el pueblo se lo permite; cierto, en parte, pero también cuentan los mecanismos mediante los cuales es capaz de atraer a las masas hacia su figura. En los casos más extremos se puede llegar a dar la vida por estas personas.

Los gobiernos moldearon el pasado para crear a sus héroes nacionales. El culto a ellos se refleja con cada ceremonia cívica que se les dedica. Para los gobernantes actuales, pertenecientes a las generaciones que recibieron la historia oficial en su educación, el panteón de los héroes sigue siendo un lugar donde desean ser recordados. Sus movimientos o transformaciones les sirven para irse adentrando en esa narrativa heroica, dejando su grano —o granito— de arena en la interminable construcción de la nación.

En efecto, la historia no depende de grandes personajes ni héroes, pero sería mentira afirmar que los gobernantes no quieren así ser recordados. Al final, los individuos son los más afectados por estos designios de quienes gobiernan: el culto ofrece el control total a un personaje sobre todos los aspectos de la vida de la población.