ENTENDER EL COLAPSO DE ESTADO

“Una herencia del colonialismo donde se brutalizó a la población”.

Ignacio Anaya
Columnas
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¿El colapso de un Estado representa el fin? Para muchos es un miedo, un escenario apocalíptico que parte de la caída de las instituciones estatales que supuestamente mantienen firme a una nación. Para otros es la entrada a un nuevo proceso.

Timothy Raeymaekers, historiador y doctor en Ciencias Políticas, establece ver el colapso del Estado en dos puntos fundamentales: el primero es a partir de las cuestiones globales e internacionales que implican dicho fracaso; el segundo, y de suma importancia, entender el colapso no como un punto final sino como un proceso dentro del concepto de Estado.

Abundando sobre África el autor parte de la relación entre el ajuste estructural de los ochenta y los posteriores colapsos. Las políticas de desarrollos llevadas a cabo por las ONG representaron operaciones de intervención bajo la idea global del colapso como un obstáculo contra el progreso, el cual se combate con sanciones, asistencia externa e instituciones. En este sentido, Raeymaekers afirma en su texto Cuestionando el colapso del Estado en África (2008) que tales intervenciones han terminado por hacerse cargo de servicios que antes eran brindados por el Estado moderno. Por otro lado, también se ha dado el caso de una negligencia en las dinámicas internas de conflictos comunales, donde la asistencia internacional termina por prolongarlos, evitando el desarrollo de una población determinada. Dicho eso, Raeymaekers considera fundamental un entendimiento sobre el contexto del conflicto para entender los problemas de su reconstrucción política.

Acuerdos

Bajo el análisis de Raeymaekers entran varios ejemplos. Uno de ellos es el caso de Somalia, sobre todo en la región de Somalilandia, donde la evidencia apunta a que el Estado no es necesariamente el único proveedor de bienes puesto que la sociedad terminó construyendo una gobernanza que superó las capacidades del gobierno anterior. Es importante realizar un análisis histórico de esos casos, ya que permiten observar cómo es que existen alternativas al Estado moderno occidental. La presidencia de Siad Barré, caracterizada por un sistema clientelar donde el Estado terminaba siendo una entidad privada, fue una herencia del colonialismo donde se brutalizó a la población y se acumuló la riqueza de bienes en unos pocos clientes leales. La caída del sistema en Somalia trajo un periodo de violencia e inestabilidad dominado por los señores de la guerra, quienes se convirtieron en proveedores. Somalilandia, en cambio, regresó a un sistema precolonial de autoridades en los jefes ancianos, la cual terminó controlando la inestabilidad a partir de acuerdos con los hombres fuertes. Se generó así una gobernanza por parte de la sociedad.

La estadística muestra que Somalilandia, en comparación con el gobierno de Barré, ha subido en cuestiones de expectativa de vida, mercados financieros, educación y acceso a bienes básicos; en otras palabras, parece ser que la respuesta de la sociedad a la falta del Estado terminó siendo mejor para la población que antes del colapso.

En el caso de Somalilandia la importancia de su historización indica, por un lado, el final de un régimen que había heredado en su sistema elementos propios de la colonización; el segundo punto es que su caída no representó el colapso total de Somalia, sino un cambio en la gobernanza, alternativa que terminó siendo mejor y fue capaz de eliminar parte de la herencia de dicho sistema colonial, combinando elementos modernos con sistemas precoloniales.