MUERTE, HONOR Y MASCULINIDAD

“Se creía que una mujer no era capaz de defenderse por sí sola”.

Ignacio Anaya
Columnas
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Hace unas semanas vi la película El último duelo (2021), de Ridley Scott. La trama gira en torno de dos caballeros que deciden llevar a cabo un juicio por combate ya que la esposa de uno de ellos acusa al otro de haberla violado. No diré más sobre la cinta, pero vale la pena mencionar que se basa en hechos reales, obviamente con su tono hollywoodense. Esta breve presentación de la película me permite adentrarme más a un tema bastante complejo sin dejar de ser interesante por su propio existir: el duelo a muerte.

Un ejemplo más claro lo vemos en las películas del Viejo Oeste, en las cuales un momento especial de la trama gira en torno de un duelo entre dos personajes, hombres en su gran mayoría. Ambos así lo acuerdan, acuerdo de caballeros, y el enfrentamiento se lleva a cabo en la avenida principal de un pequeño pueblo. El entorno se vuelve vacío, la gente mira desde las casas y nunca falta una brisa de aire para aumentar la trama. Al final el que desenfunda más rápido su pistola termina ganando al acabar con la vida de su contrincante.

Las películas del Viejo Oeste nos hacen creer que eran acontecimientos comunes, aunque la realidad dista del cine. Sí, ocurrían estos sucesos —no tan frecuentes— y dentro de ellos se encontraba presente la cuestión del honor. Por ejemplo, según fuentes recogidas en periódicos y testimonios de la época hubo varios duelos en la entonces recién formada República de Texas, protagonizados por los oficiales del ejército texano. Lo usual era que se generaran disputas por diversas cuestiones, pero por arriba de un pequeño inconveniente había un código de honor que no se podía ignorar, puesto que representaba cobardía.

A lo largo del siglo XVIII y principios del XIX hubo casos en los cuales el duelo representaba la defensa de este concepto, pues las calumnias, así como en la actualidad, eran habituales. Resulta interesante, pero en varias ocasiones los duelistas eran políticos —sé que muchos desearían ese tipo de resolución en la actualidad— que buscaban reparar algún tipo de ofensa y, por ende, restaurar su honor.

Prestigio

Un caso fue el de George W. Crawford, fiscal general de Georgia, y Thomas E. Burnside, legislador del mismo estado y miembro de una facción política rival.

El conflicto comenzó en 1828, cuando Burnside declaró haber publicado unos escritos que difamaron al padre de Crawford, el senador estatal Peter Crawford. Al no aceptar disculparse, se determinó que la “mejor” manera de solucionar el conflicto era restaurando el honor y para ello era necesario un duelo.

Después de tres asaltos Burnside cayó muerto por una bala que atravesó su corazón. La noticia le trajo gran prestigio al ganador y levantó su carrera política.

La muerte no era común en estos escenarios; había reglas, protocolos y armamento específico; este último en ocasiones carecía de la potencia o precisión para matar a alguien.

Cabe retomar el drama acontecido en la entrega de los Oscar 2022 para abordar el tema del duelo como una cuestión masculina, que al parecer no se ha extinguido. Los hombres del siglo XVIII y principios del XIX eran los protagonistas de estos enfrentamientos, pues el honor estaba estrechamente relacionado con las masculinidades. Era solucionar un conflicto de forma caballeresca, a la manera de los gentlemen. Se creía que una mujer no era capaz de defenderse por sí sola ante calumnias u otras ofensas; solo en ciertos casos había escritoras que respondían en la prensa, pero normalmente era tarea del hombre defenderla, ya que el honor de la mujer era pertenencia del hombre… y para algunos, desafortunadamente, sigue siendo así.