UNA ISLA FANTASMA, UN CONFLICTO DIPLOMÁTICO

“El último intento por demostrar su existencia”.

Ignacio Anaya
Columnas
 Isla Bermeja

Fue un caso bastante curioso el de aquel pedazo de tierra alrededor de agua que por mucho tiempo apareció en distintos mapas y llevó a varios a pensar que siempre estuvo ahí. Una prueba de que la cartografía era, al final de cuentas, obra de sujetos que como cualquier persona podía equivocarse o incluso poner trampas en sus mapas para atrapar a quien se los copiara.

El mundo de la cartografía contiene territorios fuera de lugar o que simplemente no existen. Parte de ella proviene de un mundo de siglos atrás, donde las categorías actuales sobre lo real no aplican para aquellas épocas pero no por eso eran más ignorantes.

La historia de la enigmática isla Bermeja es así. Un caso interesante por mostrar cómo una isla fantasma —fuera error, trampa o simplemente la imaginación de aquel entonces—, realidad para sus autores, terminó en un conflicto diplomático entre dos países.

En 2009 el buque Justo Sierra salió mar adentro en el Golfo de México. Su misión era encontrar la isla Bermeja. Para guiarse utilizaron dos mapas, uno realizado por Alonso de Santa Cruz en 1539 y el otro por Alonso de Chaves en 1540.

Al llegar a las coordenadas la tripulación se topó con puro mar, sin ninguna pizca de tierra en los alrededores: el buque Justo Sierra de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) no encontró aquella isla que por cerca de 500 años figuró con su presencia en la cartografía.

Según narra el escritor Edward Brooke–Hitching en su libro El Atlas fantasma (2016), la isla Bermeja apareció por primera vez en un mapa de 1539 llamado El Yucatán e Islas Adyacentes, que realizó el cartógrafo Alonso de Santa Cruz. El conocimiento por parte de Occidente de ese gran territorio al que denominaron América abrió un nuevo campo de auge para la cartografía y los intentos de plasmar esa masa gigante de tierra en papel.

Teorías

Por su lado, la existencia de Bermeja no fue puesta en duda y posteriormente apareció en mapas siglos después, algunos de ellos del XIX. Su última aparición fue en un mapa de 1921.

La historia se vuelve más interesante porque a finales del siglo pasado, en los noventa, el gobierno mexicano y el estadunidense entraron en un pequeño conflicto por ciertas regiones de aguas internacionales que contaban con importantes reservas de petróleo. La existencia de Bermeja expandiría la Zona Económica Exclusiva (ZEE) del país en dicha región, por considerarse como territorio nacional. No obstante, el gobierno de México no fue capaz de encontrar la isla, por lo que se firmó un tratado entre ambas naciones donde se dividieron esa región de aguas internacionales, aunque favoreciendo notablemente a Estados Unidos.

La expedición de la UNAM en 2009 fue el último intento por demostrar la existencia de tal isla. Hubo varias teorías; una decía que Bermeja se hundió por el calentamiento global; otra, que apoyaron algunos senadores del PAN, fue que Estados Unidos destruyó la isla para obtener esa región.

Al final la explicación más aproximada a la realidad, dada por el investigador Julio Zamora, fue que durante el siglo XVI y XVII era común que los cartógrafos realizaran errores o deliberadamente metieran islas ficticias, de manera que pudieran atrapar a quien plagiara su mapa.

Y así fue como esa isla fantasma estuvo viva durante 500 años.