CÁSCARA DE MANGO: PODEROSAS PROPIEDADES CICATRIZANTES

Algo que considerábamos basura se puede utilizar en la creación de un producto biomédico.

J. Alberto Castro
Columnas
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IPN

La biotecnología, es decir, el uso de microorganismos y células para la creación de materiales para procesos de manufactura, es un campo del conocimiento prometedor puesto que brinda soluciones a los problemas contemporáneos de la humanidad en áreas como salud, agricultura, sustento alimentario y medio ambiente, entre otras.

El desarrollo de esta tecnología del futuro en México es reciente y aún falta mucho para compararnos a países como Alemania, Corea, España, Rusia y Canadá, precisamente las naciones que más invierten en investigación y desarrollo en materia de biotecnología.

Lo cierto es que en nuestro país hay 553 empresas en biotecnología de origen extranjero, además de que se tiene una apreciable plataforma de investigación y talento relevante.

Sin embargo carecemos de un ecosistema de soporte económico centrado en la promoción y conexión de los innovadores con las empresas del sector, lo cual impide el despliegue de un círculo virtuoso entre los centros de investigación y la industria biotecnológica.

Pese a esta laguna, jóvenes investigadores como la politécnica Leslie Espinosa Espinosa muestran espíritu emprendedor: luego de un año de investigación obtuvo un extracto (originado en la cáscara de mango ataulfo) para sanar heridas agudas superficiales en menor tiempo que el requerido en una remodelación natural. El compuesto se probó en estudios in vitro con ratones en laboratorio.

En conversación con Vértigo, Espinosa recuerda que “como parte de mis estudios de doctorado en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB) del IPN descubrí compuestos con propiedades cicatrizantes en la cáscara del mango ataulfo; fue emocionante encontrar en esta materia prima, considerada desecho en la industria alimentaria, elementos con actividad antibacteriana, antioxidante y antifúngica”.

Visiblemente entusiasmada con el hallazgo cuenta cómo consiguió el extracto. “Primero retiré la cáscara del mango y le quité la mayor cantidad de pulpa para ponerla a secar. Después la sometí a un proceso de maceración con un solvente de polaridad alta para extraerle los compuestos fenólicos. Y finalmente realicé diversos procesos de filtración hasta obtener el extracto crudo”.

A lo largo del estudio Espinosa recibió asesoría de los investigadores Leticia Garduño Siciliano, de la ENCB, y Marco Aurelio Rodríguez Monroy, de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala de la UNAM, quienes le ayudaron a dilucidar las propiedades de los compuestos fenólicos contenidos en la cáscara del fruto.

En el laboratorio la científica encontró en el extracto puro compuestos con actividad antimicrobiana, antimicótica y antioxidante; para ella estas propiedades en conjunto son muy importantes porque el proceso de cicatrización se puede ver afectado por diferentes factores, como alguna infección bacteriana, por lo que a partir de corroborar que el extracto tiene efecto antimicrobiano decidió probarlo en un modelo murino (ratones cepa CD1).

Respetando los principios bioéticos la investigadora inició el experimento con los roedores, que fueron rasurados en el dorso para hacerles una incisión y simular una herida aguda, quirúrgica; tras un día, sobre la lesión aplicaron el extracto disuelto en gel a 10% a lo largo de 14 días, dos veces cada 24 horas. De modo simultáneo se hizo un registro fotográfico macroscópico y un estudio de histología para ver si las capas de la piel cerraban bien.

Acelera cicatrización

“De manera natural la remodelación de una herida (la cual incluye las dos primeras capas de la piel) se realiza entre 14 y 30 días. En el modelo animal comprobamos a nivel macroscópico que a partir del día ocho o nueve la herida ya estaba cerrada, pero al realizar el estudio histológico determinamos que las dos capas estaban completamente cerradas en el día once, por lo que concluimos que el extracto coadyuva a la cicatrización de piel en menor tiempo que el que lleva el proceso natural, sin complicación de alguna infección”, comparte.

Afectada por la actual pandemia de Covid-19, puesto que ha culminado sus estudios de doctorado y sin embargo no ha obtenido la titulación por la paralización de actividades en el IPN, Espinosa le pone buena cara al futuro y se prepara a dar el siguiente paso: establecer pruebas para determinar la toxicidad del extracto y continuar con estudios a niveles preclínicos con el propósito de conocer su seguridad. “Después de obtener esta información se realizarán pruebas clínicas (en pacientes) para un posible tratamiento”, indica.

Menciona que el extracto no mostró ningún efecto adverso en la prueba de toxicidad aguda implementada en el modelo animal (ratas Wistar), por lo cual hay una gran expectativa de concretarlo en un producto farmacológico. Ella piensa en un gel parecido al que se usa en el ultrasonido. Incluso recuerda que en el ensayo con ratones utilizó una mezcla de extracto y gel quirúrgico.

La biotecnóloga llama la atención sobre la gran oportunidad de aprovechar el extracto del mango ataulfo: “Algo que considerábamos basura (la cáscara) se puede utilizar en la creación de un producto biomédico”.

El mango ataulfo lleva ese nombre en honor a su creador, Ataulfo Morales Gordillo, un productor chiapaneco que en 1963 experimentó con sus árboles de mangos distintos injertos. En 2002 se otorgó la denominación de origen a este delicioso y nacional producto. Su composición promedio es de 69% de pulpa, 19% de cáscara y 8.5% de hueso o semilla. Es uno de los mangos favoritos por la gran cantidad de pulpa que se obtiene de uno solo de sus frutos.

RECUADROS

Biotecnología en México

En el país hay aproximadamente 142 universidades que ofrecen en conjunto alrededor de 169 licenciaturas en áreas relacionadas directamente con la biotecnología (biología, bioquímica, biotecnología, ciencias biomédicas e ingeniería bioquímica). Además, alrededor de 76 instituciones cuentan con programas de posgrados relacionados directamente con la biotecnología (bioética; biología; bioquímica; tecnología pecuaria, agrícola y de alimentos; biomédica; biotecnología; bioquímica; genómica y genética).

Existen alrededor de siete mil 500 investigadores en áreas relacionadas directamente con la biotecnología. Alrededor de 50% de los mismos se encuentra ubicado en Morelos, Guanajuato, Jalisco, Ciudad de México y Nuevo León, convertidos en bioclústeres debido a su alto nivel de especialización en biotecnología.

Centros de investigación

En el transcurso de los últimos años se creó en el país una importante red de centros de investigación en diferentes áreas de la biotecnología. Dicha red se encuentra impulsada principalmente por tres importantes instituciones: la UNAM, el IPN y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).