MONITOREO VÍA SATÉLITE A TORTUGAS MARINAS EN PELIGRO DE EXTINCIÓN

“Durante sus anidaciones masivas resultan beneficiadas muchas especies”.

J. Alberto Castro
Columnas
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Las tortugas marinas son especies migratorias que ocupan diversos hábitats marinos y costeros a lo largo de su vida. El estudio de la distribución espacial y temporal de estos vertebrados revoluciona con el avance de tecnologías como la telemetría satelital, que en las últimas dos décadas incrementó sustancialmente su implementación.

Esta herramienta permite conocer y monitorear sus migraciones y comportamiento para comprender patrones de movimiento y uso de hábitats, con lo que se han podido definir corredores migratorios, importantes sitios de alimentación y áreas de reproducción que ocupan las tortugas marinas durante su ciclo de vida.

Se trata de información de gran valor para implementar estrategias de conservación y toma de decisiones ante posibles amenazas para estas especies y sus hábitats críticos. De manera particular, en México existen estudios donde se utiliza telemetría satelital para generar conocimiento ecológico básico, como la identificación de movimientos pelágicos, comportamientos migratorios, determinación de ámbitos hogareños y la influencia de factores físicos en patrones de movimiento de algunas especies, los cuales son referencia en el manejo y monitoreo de los ecosistemas del Golfo de México, el Caribe y el Pacífico mexicanos.

Investigadores y científicos del Instituto Politécnico Nacional (IPN), en alianza con ingenieros en telemetría de la Universidad Michoacana, analizan y monitorean cinco especies de tortugas marinas que se encuentran en peligro de extinción y que habitan en las islas del Golfo de California, en particular las que están frente a Sinaloa.

De acuerdo con los especialistas politécnicos la captura incidental por la pesca de camarón, así como la contaminación en el océano, la destrucción de su hábitat por descargas residuales o desechos agrícolas, el saqueo excesivo de huevo para su comercialización y el cambio climático son las causas principales para la aparición de patógenos que provocan enfermedades y desaparición de las tortugas, en su mayoría golfinas y de otras especies.

Alan Alfredo Zavala Norzagaray, experto del Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional (CIIDIR), Unidad Sinaloa del IPN, y su equipo de trabajo llevan por ello un monitoreo satelital de la especie que se encuentra en peligro de extinción, para que en coordinación con habitantes de la región se preserven su hábitat y los recursos naturales protegidos.

El noroeste del país cuenta con zonas naturales protegidas como las Islas del Golfo de California (catalogada como área de protección de flora y fauna), de las cuales Sinaloa tiene registradas 501 islas e islotes. El equipo de investigación del IPN analiza cinco especies que se localizan en el estado: la tortuga negra y carey vive en las lagunas costeras y se alimenta de macroalgas y pastos marinos; la amarilla, laúd y golfina habitan en el litoral sinaloense y comen medusas.

Asimismo existen dos santuarios de tortuga golfina ubicados en Ceuta y en El Verde Camacho, región caracterizada por su producción agrícola, acuícola y pesquera.

Ante el inminente desastre ecológico que implicaría un peligro letal para las tortugas los investigadores politécnicos llamaron a colaborar a sus colegas especialistas en telemetría de la Universidad Michoacana, quienes colocaron transmisores satelitales para conocer los movimientos migratorios de las tortugas después de la anidación; además, como parte de este proceso de monitoreo la gente del IPN tomó muestras de tejido, de sangre para análisis de contaminantes, así como de piel para el análisis de isótopos estables (elementos químicos) para conocer sus lugares de alimentación.

Recuperación

Actualmente el análisis se enfoca en la reserva de las Islas del Golfo de California (en el área de protección de flora y fauna), en Baja California, Baja California Sur, Sinaloa y Sonora (Isla Espíritu Santo, Farallón, Macapule, San Ignacio, Tiburón, San Pedro Mártir, entre otras), así como el Archipiélago de las Islas Marías y Michoacán (playa de Colola).

El sitio se compone de 244 islas, islotes y zonas costeras que se encuentran en el Golfo de California en el noroeste de México. De hecho, el Golfo de California y sus islas han sido considerados como un laboratorio natural para la investigación en el campo de la especiación.

Las islas también se conocen como cayos, islotes, atolones, bancos, archipiélagos, arrecifes y cuerpos o sistemas insulares. En las islas hay una amplia variedad de ecosistemas costeros y marinos como manglares, arrecifes, playas, praderas de pastos marinos y dunas, así como algunos ecosistemas terrestres.

Sin duda es relevante la implementación de este proceso de investigación y seguimiento de las golfinas y las otras especies de tortugas porque el papel que juega la primera en la red trófica es muy importante, sobre todo considerando lo numerosas que han sido históricamente sus poblaciones: al reducirse significativamente el número poblacional de tortugas podría producirse un aumento explosivo de las especies que constituyen su alimento.

Por otra parte, durante sus anidaciones masivas resultan beneficiadas muchas especies que habitan la playa, puesto que durante las anidaciones como en los periodos de eclosión masiva de crías hay alimento más que suficiente para cangrejos, aves, pequeños mamíferos, entre otros, contribuyendo a regular la dinámica poblacional de otras especies, tanto en su papel de depredador como en el de presa.

La tortuga golfina es una especie pantropical; no existen diferencias morfológicas entre sus poblaciones. Su circuito migratorio incluye áreas de alimentación en diversos ambientes costeros y pelágicos. Anida en forma solitaria y de arribazones en algunas playas de India, el Pacífico mexicano y Centroamérica. En México la tortuga golfina se distribuye en toda la costa del Pacífico, teniendo actualmente sus principales áreas de concentración de anidaciones en Oaxaca.

En Sinaloa se consume carne de tortuga principalmente cruda: además de atentar contra la preservación de esta especie esta práctica también conlleva riesgos en la salud humana porque existe la presencia de bacterias, contaminantes como metales pesados en los tejidos y sangre como el cadmio, arsénico (precursores de cáncer), cobre o zinc, entre otros, que pueden ser tóxicos para el ser humano, advierte Zavala Norzagaray.

Finalmente, los especialistas del IPN aseguran que en el proceso de colocación de transmisores satelitales en la caparazón de las tortugas se siguieron de manera estricta los protocolos establecidos a nivel mundial. Los ejemplares fueron capturados después de finalizado el proceso de anidación, cuando se disponen a regresar al mar. Se tomaron medidas para no lastimar a estos enigmáticos reptiles marinos, se trabajó en la caparazón con pegamento y plastilina epóxica y se mantuvieron estás áreas limpias y desinfectadas. Además, las tortugas fueron liberadas en el mismo sitio en que se les capturó, dándoles espacio y tiempo suficientes para que pudieran tranquilizarse, recuperarse y regresar al mar.

Ojalá que en los próximos años podamos hablar de la recuperación de estas tortugas como una historia de éxito.

RECUADRO

Innovadora App

El grupo de conservación de tortugas SEE Turtles y el laboratorio de Datos del Smithsonian OCIO crearon una aplicación móvil (App) que puede detectar con mayor facilidad el carey ilícito, una nueva frontera en la lucha contra el comercio ilegal de especies silvestres como la tortuga carey.

La App, llamada SEE Shell, utiliza el aprendizaje automático para identificar con 94% de precisión si una foto de algo con un patrón de concha de tortuga es real o falsa.

Si la usaran miles de turistas conservacionistas la aplicación móvil podría ubicar los lugares calientes donde se comercia con carey auténtico para abrir la posibilidad de denunciar a estos comerciantes que infringen la ley. La venta de carey en el mercado negro persiste en al menos 40 países y se concentra sobre todo en América Central y el sudeste asiático.

De la tortuga carey, en peligro crítico de extinción, se dice que entre 1884 y 1992 se mataron y vendieron al menos nueve millones por su caparazón. Hoy quedan menos de 25 mil hembras reproductoras en todo el mundo y su comercio internacional está prohibido.