Hay un extendido acuerdo para señalar que los conceptos anteceden a la expresión de ideas que evolucionan en proyecto, tecnología y diseño de futuro. Es decir, que en la proporción de certeza respecto de la definición de un concepto, de forma análoga y equivalente se tendrán determinados resultados. Y una definición ambigua generará resultados también ambiguos e imprecisos. No hay margen para la suerte.
Por eso definir qué es y para qué se aplica el concepto de ciberguerra denota, a su vez, que basado en ciertos antecedentes tendremos la capacidad para entender la dimensión de los retos que implican los conflictos en las redes digitales y los recursos con que los Estados pueden afectar los intereses de otros Estados, o bien defenderse de los ataques de otros.
Ya sea Estados Unidos, China, Rusia o alguna otra nación con vocación geopolítica de expansión, tratará de contar con los recursos tecnológicos para intentar contener, obstaculizar e incluso inutilizar las condiciones normales de funcionamiento de los sistemas de cómputo e internet en general.
Apenas la semana pasada, el Departamento de Seguridad de la Patria de Estados Unidos había reconocido haber dado una falsa alarma sobre un hipotético asalto informático masivo al Departamento de Comercio.
Si bien se trató de un aviso que al final no fue verosímil, de lo que no queda duda es de que de ahora en adelante será muy posible saber de este tipo de eventos con mayor frecuencia: vulnerar los intereses de un país rival para dejarlo en desventaja respecto de las capacidades propias, es lo que se denomina con el neologismo de ciberguerra.
Esto es, llevar a los sistemas y redes digitales la rivalidad geopolítica, económica y de poder, para hacer de internet una extensión de las áreas de influencia e interés.
Para países que no tienen en su sentido histórico la vocación geoexpansionista, la denominación de ciberguerra no necesariamente precisa representar lo que significa para los que sí la poseen.
México, en este sentido, es un caso paradigmático. Es decir, que en la acepción inicial y extendida de ciberguerra de forma alguna puede identificarse con su vocación pacifista en política exterior, ni tampoco se puede identificar ese término con su doctrina militar, en cuanto a que la misión fundamental de las Fuerzas Armadas de nuestro país es preservar la independencia, libertad y soberanía de la población y la nación, así como resguardar su integridad geográfica.
Correspondencia
Ciberdefensa es un término más cercano a la naturaleza histórica de México, sin que sea el definitivo, pues al final del día se trata de escenarios internacionales que se encuentran en plena evolución.
Incluso si se considera que un grupo de hackers puede hacer tanto o más daño que un país a otro, más compleja se vuelve la dinámica del nuevo pensamiento militar de seguridad y defensa.
De allí la relevancia de precisar los nuevos conceptos a los que dentro de muy poco tiempo ya nos habremos acostumbrado a aplicar, pero con el severo riesgo de no comprender. De allí la relevancia, también, de aportar los contenidos sustanciales de los conceptos que serán (o ya son) de uso común, pero que sin la articulación y composición apropiadas solo confusiones van a generar.
Hay pocas dudas de que nos acercamos a una nueva etapa de la forma de pensar y hacer la guerra, donde la convergencia de los planos más abstractos del mundo del internet y el ciberespacio se conjugarán con la inmediatez de la pobreza y la destrucción del medio ambiente. Atacar y defender los intereses de las naciones desde aquellos ambientes será la lógica del siglo XXI.