El mes de la patria

Son días propicios para llevar a cabo un serio y profundo análisis respecto de lo que queremos para el país.

Mes de la patria
Foto: NTX
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Septiembre, junto con febrero, son los meses que más efemérides cívico-militares concentran de nuestro calendario: son momentos del año en curso para valorar, reflexionar y fortalecer aquellos aspectos que como país nos dan carácter y personalidad.

También, como ahora, son días propicios para llevar a cabo un serio y profundo análisis respecto de lo que queremos para el país.

Ha sido bastante lo que hemos leído y escuchado en foros, medios de comunicación y, por supuesto, en nuestras conversaciones cotidianas sobre la situación del gobierno, del país, de la economía, de la inseguridad, de la educación… Con poco riesgo de equivocarme, en la gran mayoría de esos diálogos prevalecen la crítica y el desánimo. Es muy difícil negar los argumentos que favorecen ese ambiente y tendencia. La cuestión es qué va a suceder con el paso de los días y los años si nos mantenemos en esa dinámica.

Uno de los principales recursos con los que cuentan las naciones es la calidad y consistencia de la identidad ciudadana y el aprecio a sus estructuras de gobierno. El imperio de la ley no es un juego retórico, sino una constante realidad que nos recuerda la base fundamental de la democracia: ante la ley, la aplicación de la justicia es para todos.

¿Dónde se observan los principales y más dramáticos conflictos de nuestros días? En aquellos países, o lo que queda de ellos, donde la autoridad se encuentra profundamente cuestionada, sin base de legitimidad alguna, más que la capacidad de sus Fuerzas Armadas para hacer frente a organizaciones que desafían la hegemonía del Estado. No hay apoyo social, no hay sistema productivo que funcione, no hay gobierno capaz de aplicar la ley.

México está muy lejos de esos violentos escenarios. La reconstrucción de los sistemas sociales pasa, en efecto, por la capacidad que se tenga en el corto plazo para que los distintos sectores productivos, de poder político local, estatal y federal, junto y principalmente con la sociedad, construyan procesos ágiles y eficientes de comunicación y, sobre todo, de entendimiento. Solo escucharnos, solo convocar al diálogo por el diálogo mismo no resuelve nada y sí, en cambio, agota el principal recurso para hacer política: el tiempo.

Construir

El inicio de nuestra Guerra de Independencia hace 205 años es un histórico recordatorio de que la exclusión, las insalvables distancias entre gobernantes y gobernados, nunca han sido de utilidad para mejorar las condiciones de vida de la mayoría.

Sin duda que como nación hemos demostrado una importante capacidad para reconstituirnos ante guerras internas, invasiones y violencia en general. La identidad cívica, su fortaleza, va en proporción a la consistencia institucional, transparencia y rendición de cuentas que en su conjunto representan las bases de la legitimidad.

De esta manera, en el mes de la patria debemos recordar-considerar que la posibilidad de compartir determinados elementos y factores de identidad histórica también es un acto de voluntad personal, sustentado en el ambiente que genera nuestra vida cotidiana para desenvolvernos con certeza en el presente y confianza en el futuro. Y aunque es una frase manida, amemos a México todo el año. Seamos buenos ciudadanos todos los días. Vamos a ser ejemplo de quienes nos rodean, para demostrar que sí somos capaces de hacer mejor lo que nos proponemos. Las evidencias de lo que se ha hecho mal, a medias e incluso dejado de hacer no dejan espacio para seguir posponiendo decisiones de fondo. Más que reconstruir, debemos construir.

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