Cuna del ideal de la democracia, en ese país se llevaron a cabo comicios para elegir gobierno y Congreso.
Con un régimen parlamentario en crisis, debido sobre todo a la situación económica y las condiciones impuestas por las estructuras de la Unión Europea, el ambiente dio origen a nuevas e insólitas expresiones partidistas e ideológicas.
El ganador fue el izquierdista de nuevo cuño Syriza, con 34.3%, que le permite contar con 149 escaños para quedarse a tan solo a dos de obtener la mayoría absoluta del Parlamento. Seguido del todavía gobernante Nueva Democracia, que se quedó con el 27.8% de los sufragios para conquistar 76 espacios (El País, 24.01.15 online). La otra sorpresa resultó la formación neonazi Aurora Dorada con 6.3% para llegar a 17 diputados.
El gran impacto para la política griega y europea resulta el desfonde y casi desaparición de uno de los partidos políticos de larga trayectoria e influencia, el socialdemócrata Pasok. También hay que destacar la participación de 63.5% de los ciudadanos con derecho a voto.
Con estos datos no es precipitado concluir que estamos ante el inicio de una nueva etapa en la historia de los sistemas de partidos políticos, pero sobre todo nos encontramos ante el umbral de un nuevo discurso que bien puede extenderse con éxito a los comicios generales en España, a realizarse hasta enero de 2016.
El líder el Syriza, Alexis Tsipiras, basó su campaña en dos grandes ejes: uno, rechazar las medidas de austeridad impuestas por las estructuras del gobierno de la Unión Europea (impulsadas sobre todo por Alemania y el Banco Central Europeo). Dos, resaltar el agotamiento y desprestigio tanto de la política convencional como de sus representantes.
De esa manera, ofreció durante la campaña terminar con los planes y programas restrictivos, que solo han generado desempleo y baja en la calidad de los servicios públicos; a la vez que desmarcarse de los estilos de gobierno precedentes, acusados de corrupción, tráfico de influencias y negocios realizados a partir de posiciones de poder.
Aunque se trate de un caso distante en lo geográfico y que responde de forma específica a las condiciones de la sociedad griega, tampoco puede suponerse que no tendrá un impacto al menos en Europa y otra partes cercanas a ese continente. Por ejemplo, además del caso ya citado de España, en Francia existe la posibilidad de que nuevas formaciones ubicadas en los extremos de la izquierda y la derecha lleguen al poder, destacando el Frente Nacional, expresamente anti europeísta, islamófobo y racista.
Por lo que corresponde a la formación del nuevo gobierno, las noticias indican que luego del acuerdo alcanzado en tan solo una hora de negociación entre el ganador Syriza y el partido Griegos Independientes (con 4.7% y 13 legisladores), ubicado como derecha nacionalista, este último le dará los votos requeridos en el Parlamento.
La coincidencia se da en el ámbito del rechazo a las medidas impuestas por la Unión Europea. Otro común denominador es que también se trata de un nuevo partido político, marcando distancia de las organizaciones tradicionales del país.
No obstante, además de los asuntos económicos y diplomáticos europeos, se encontrarán en el corto plazo otros no menos relevantes como es la pertenencia a la Organización del Tratado Atlántico Norte de las Fuerzas Armadas de Grecia. También deben considerarse los cruciales programas de colaboración contra el terrorismo y el crimen organizado, que no pueden quedar sujetos a los naturales vaivenes de la democracia.