Acostumbrados, como ya estamos, a tomar como referencia los estudios, análisis y recomendaciones de los distintos foros y organismos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en esta ocasión debemos abordar el caso del balance anual de la lucha contra el serio y muy grave problema de la producción y consumo de estupefacientes en el mundo que dio a conocer el organismo el pasado día 3 y en el que nuestro país ocupa un lugar importante, dados los esfuerzos y auténticos sacrificios aportados en el escenario regional y mundial contra ese flagelo.
La Junta Internacional de Fiscalización señala que, conforme a los datos aportados por las autoridades aduanales de cada país, un formidable 94% de los decomisos de marihuana en todo el mundo se dio en la frontera entre México y Estados Unidos.
Las cifras correspondientes a 2014 y a un balance de 2008 a 2013 ofrecen también datos preocupantes respecto del incremento en el consumo generalizado de enervantes sintéticos, así como una sensible disminución en las incautaciones de cocaína hacia nuestro país vecino del norte, pues estas descendieron en el último año en 44 por ciento.
Los datos en general reflejan un importante esfuerzo de nuestra nación para abatir, por un lado, las formidables ganancias del crimen organizado; así como, por otro, de una sustancial cooperación para que los consumidores en Estados Unidos no tengan las mejores condiciones para abastecerse de diversos tipos de enervantes.
Sin embargo, esta ecuación puede modificarse en la medida en que en aquel país avanzan los procesos en diversos estados para favorecer el consumo medicinal y recreativo de la marihuana; así ocurrió en las elecciones de noviembre de 2014, cuando —además de renovarse la Cámara de Representantes y la mitad del Senado— en Alaska, Oregon y la capital, Washington DC, se aprobaron por plebiscito la producción y consumo de marihuana con fines de diversión.
Así se sumaron a otros estados, como Arizona y Washington. Y de forma previsible, en 2016 también California y otras ocho entidades se adherirán a la ola de la despenalización y uso recreativo de ese enervante.
Sin duda que esos procesos políticos, sociales y electorales afectarán sensiblemente el mercado de la producción y consumo de los estupefacientes en general.
Notable
Volviendo al informe presentado por la ONU, ese 94% equivale a poco más de un millón de toneladas de marihuana incautadas al año, pero de manera preocupante —no obstante esas impresionantes cifras— el consumo y abuso de alcohol sigue siendo, en cuanto a problema de salud pública, la más grave adicción y, por lo tanto, la que mayores daños causa entre la población, sobre todo juvenil.
Otros datos contenidos en el documento de la ONU nos remiten a un notable incremento de 300% en la producción de heroína en México, cuyo destino es Estados Unidos. Uno de los factores que explican ese aumento en la demanda de dicho estupefaciente es probablemente la vuelta de miles y miles de combatientes de las guerras de Irak y Afganistán, que por diversos motivos no han encontrado el ambiente propicio para su reinserción en la sociedad norteamericana. Es decir, la demanda ha crecido en la Unión Americana.
No hay duda de que nuestro país, en cuanto a su condición geopolítica, seguirá teniendo un papel clave y crítico en la problemática regional e internacional del problema de la producción y el consumo de enervantes, pero también es incuestionable que el esfuerzo institucional en esa materia, encabezado por las Fuerzas Armadas y en particular por el Ejército mexicano, pese a las dificultades, ha sido notable.