Al menos en México pasó desapercibida la simbólica foto donde los presidentes de Brasil, Rusia, India (primer ministro), China y Sudáfrica (que integran el llamado grupo de los BRICS) posaron, tal y como lo hicieron hace un año en Los Cabos, Baja California, durante la realización de la reunión del Grupo de los 20 (G-20).
El anfitrión, Vladimir Putin, destacó que este grupo es sin duda una presencia que genera un balance frente a los intereses de Estados Unidos y de Europa, lo cual, sin duda, es cierto.
Se refiere mucho al ámbito de la economía internacional y de los intereses de bloques de Estados la expresión potencia emergente, pero en ese ambiguo concepto la vocación de predominancia o hegemonía geopolítica es mucho más realista y efectiva para conocer la formación y alineamiento de agendas multilaterales.
Ya he analizado en este espacio cómo el BRICS fue determinante para la severa derrota del aspirante mexicano en la elección para director general de la Organización Mundial de Comercio, ante el candidato de Brasil. Es decir, que sí tiene una palpable efectividad y que la diversificación es el principal punto de apoyo para alcanzar una mejor posición en el ambiente internacional. De eso no hay duda.
En México, desde el manejo de una estrategia diplomática anclada en la circunstancia comercial desde hace años, ha sido evidente la reducción de espacios multilaterales para negociar las prioridades del país. Desde el activismo de la diplomacia del petróleo de Venezuela, hasta la formación de la Alianza del Pacífico —nuestro país junto con Colombia, Perú y Chile—, la bipartición del bloque latinoamericano no ha rendido frutos para México.
El caso de la cancelación de la visita del presidente Enrique Peña Nieto a Turquía y el regreso adelantado de Rusia denotan cierta precipitación en el manejo de los asuntos internacionales que, sin duda, tiene un constatable efecto en las dinámicas mundiales.
Riesgos
La constante formación de grupos y asociaciones de países en el mundo, aunque sigue teniendo como prioritaria la vinculación geopolítica, ya no se limita a esta: el activismo internacional permite negociar acuerdos y establecer condiciones de cada país en una mejor posición. La idea-guía es la diversificación con precisión. Las agendas para el manejo y explotación racional de los recursos naturales, sean hídricos o petroleros, serán de los principales temas de debate. No solo para establecer precios y ganancias sino también para demostrar qué se hace con los ingresos para financiar qué proyectos, incluyendo los de corte georregional.
Las alianzas con Estados Unidos, siempre, para todos los países, entrañan riesgos para sus intereses. Es normal. Pero el espionaje a un presidente es una clara muestra de desconfianza, no a la persona, desde luego, sino a las dinámicas de la nación espiada. Se puede argumentar, con razón, que siempre se ha hecho; pero hacerlo desde la estructura de la inteligencia militar, como es la Agencia Nacional de Seguridad, tiene sin duda otras implicaciones.
Así las cosas, el tema principal ventilado por los presidentes Peña Nieto y Barack Obama sobre su diálogo privado en San Petersburgo fue el de investigar el origen del espionaje estadunidense sobre el titular del Ejecutivo de nuestro país.
Mientras tanto, el BRICS anunció una serie de intercambios educativos, tecnológicos y científicos orientados a la producción de alimentos, explotación de recursos en petróleo y aprovechamiento racional de la naturaleza. México debe considerar la formulación de una agenda georregional propia. Lo exigen los intereses de la nación.