ASPECTOS GEOPOLÍTICOS DE LA FRONTERA MÉXICO-ESTADOS UNIDOS

“El tema principal para la agenda de Washington son los impactos en su seguridad nacional”.

Javier Oliva Posada
Columnas
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Todas las zonas limítrofes entre países son conflictivas. Algunas, como la de Pakistán con India, son recurrentes escenarios de enfrentamientos armados, con serios riesgos de involucionar en guerras entre Estados. África, por ejemplo, es también una amplia zona de escisiones y guerras intestinas, como el caso de Sudán, hoy partido en Norte y Sur, aún con guerras al día de hoy. Latinoamérica no escapa, como tampoco el continente en su conjunto, a disputas internacionales —por ejemplo, las soberanías reclamadas en el Mar Caribe—, a ríspidas discusiones diplomáticas y jurídicas.

No menos podemos observar en la zona fronteriza entre nuestro país y Estados Unidos. Con una larga historia de desencuentros en las décadas recientes, las tensiones aumentan debido a las actividades de bandas criminales originales de México y que hacen del mercado de consumidores de drogas en aquel país su principal fuente de ilegales ingresos.

Cabe considerar, como dato muy ilustrativo, que Tijuana y San Diego son el punto fronterizo más transitado diariamente en el mundo conforme a los datos de la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Estos apuntes tienen su origen en la nota de primera plana del prestigiado periódico The New York Times, del pasado martes 19, donde se revela que el entonces presidente Donald Trump evaluó con seriedad desplegar a 250 mil soldados del ejército de tierra (Army), para contener las actividades de la delincuencia organizada mexicana, así como las oleadas migratorias forzadas procedentes de Centroamérica. El reportaje, que cita fuentes y declaraciones de funcionarios de primer nivel del gabinete de Defensa, Seguridad e Inteligencia de la época, revela también que se analizaba la posibilidad de aplicar operaciones encubiertas para capturar y llevar ante la justicia estadunidense a líderes de organizaciones criminales de México. Un tratamiento similar al que se les confiere a los líderes e integrantes de organizaciones terroristas.

Variables

Mucho más allá de lo anecdótico que resulte la posibilidad de que el entonces jefe de la Casa Blanca hubiera decidido en ese sentido, el hecho de dar a conocer tan relevante información a pocos días de la visita de más alto nivel que ha hecho el gobierno de Joseph Biden a nuestro país —a excepción de la presencia de la vicepresidenta Kamala Harris— denota que el tema principal para la agenda de Washington, más allá de cualquier otro asunto, son los impactos en su seguridad nacional como consecuencia de lo que se considera desde allá como una debilidad estructural del Estado mexicano para hacer frente a la ola criminal.

A lo anterior se deben agregar los datos dados a conocer esta semana por parte del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública respecto de los poco más de 100 mil homicidios dolosos en los primeros tres años del sexenio del presidente López Obrador.

Desde la perspectiva de las áreas de seguridad nacional de Estados Unidos es evidente que estos datos fortalecen la percepción de una situación complicada en México, tanto para el gobierno como para el conjunto de la sociedad.

Las posturas y grupos injerencistas de ese país sobre el nuestro son una constante. Sin embargo, deben prevalecer las propuestas de cooperación y colaboración. Consumo de drogas y tráfico de armas son variables que a todas luces alimentan el clima de violencia que se vive en varias partes de México.