EL ASALTO AL CONGRESO DE ESTADOS UNIDOS

“Que cada quien sea colocado en el lugar de la historia que le corresponde”.

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Javier Oliva Posada
Columnas
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Es una sana e importante costumbre que ante eventos traumáticos como el ataque a Pearl Harbor o los actos terroristas del 11 de septiembre de 2001 el Congreso de Estados Unidos se dé a la tarea de crear grupos y comisiones de trabajo para que documenten los antecedentes, la organización, la ejecución y, desde luego, qué recursos del propio gobierno fallaron para atemperar o al menos reducir los negativos efectos de los hechos: el pasado miércoles 19 se decidió en la Cámara de Representantes la instalación de una Comisión que investigue los hechos del 6 de enero.

Como recordaremos, aquel día de principios de año miles de personas ingresaron por la fuerza al recinto legislativo de una de las más longevas democracias en la historia moderna.

Azuzada la multitud por rumores y acusaciones sin sustento de un supuesto fraude electoral, que esparció —y a la fecha sigue haciéndolo— el ya para esos días derrotado candidato presidencial del Partido Republicano, Donald Trump. El acto vandálico se saldó con varios muertos, incluyendo policías que resguardaban las instituciones.

Se pudieron ver escenas propias de una película de ficción a propósito de cuando la violencia abierta en una sociedad o en alguna parte de una ciudad queda sin control y los efectos que genera.

El Congreso de Estados Unidos ha hecho lo correcto. Un evento de esa magnitud por supuesto que tiene instigadores, que pertenecen a grupos supremacistas en su mayoría, defensores de la portación y posesión de armas, así como otras coincidencias como desconfiar de la ciencia, por ejemplo en cuanto a la letalidad del Covid-19.

El Partido Republicano y sus liderazgos en el Congreso enfrentarán una seria prueba para saber dónde ubicarse: si en una clara y explícita condena al asalto del 6 de enero o bien asumir una postura ambigua que al final se traduce en un severo daño a la democracia y en corto plazo pueda abrir las puertas para que —ojalá no— se reproduzcan escenas similares y se termine por debilitar a una de las democracias liberales más importante de nuestra época. Como sabemos, el gran viejo partido se encuentra en una crisis interna de liderazgo y es probable que de esta situación salga fortalecido, gracias al protagonismo y carisma con que cuenta, el expresidente Trump.

Clave

Con las ventajas que ofrecen los dispositivos móviles, las cámaras de seguridad, así como otros recursos tecnológicos la Comisión del 6 de Enero estará en condiciones de ofrecer resultados consistentes y convincentes de las investigaciones.

Para el gobierno del presidente Joseph Biden es un escenario donde puede consolidarse como el defensor de la democracia y el Estado de Derecho. De ahí que la formación de la referida comisión sea un paso clave para desentrañar los insólitos acontecimientos que por varios días tuvieron en vilo no solo a los Estados Unidos sino al mundo.

Dirimir con violencia física los resultados electorales, sin pruebas, va en contra incluso de quien la promueve. En un ambiente de crispación como el que se vive en algunas partes del país como consecuencia de las elecciones del próximo 6 de junio, es un referente que debemos considerar para seguir fortaleciendo los procesos electorales.

Esperemos, como señalé, que los resultados de las pesquisas de la Comisión del 6 de Enero lleguen a los medios de comunicación y cada quien sea colocado en el lugar de la historia que le corresponde.

Una democracia no puede debilitarse ante un asalto colectivo al lugar en que se hacen las leyes.

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