Sinaloa: situación crítica y límite

La emboscada a militares en la entidad tiene profundas implicaciones

Ejército Sinaloa
Foto: Concepción Morales
Javier Oliva Posada
Columnas
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Si bien el antecedente del ataque y derribo en Jalisco del helicóptero Cougar de la Fuerza Aérea Mexicana el 1 de mayo de 2015 como consecuencia del impacto de un proyectil lanzado por integrantes del grupo delictivo Nueva Generación había sido hasta ese momento el principal y más grave desafío lanzado al gobierno de la República y al Estado mexicano, lo sucedido el viernes 30 de septiembre en Sinaloa tiene otras dimensiones y profundas implicaciones.

Nos encontramos como nación ante una disyuntiva en la que de tomar el camino equivocado seguiremos en esta pendiente de violencia y descrédito de las autoridades civiles que de forma alguna han sabido, querido o podido plantear una opción (que no estrategia) para hacerle frente a la creciente crisis de legitimidad.

Basta con revisar los medios impresos de los días inmediatos posteriores a lo sucedido en Culiacán, para observar con profunda decepción que el asesinato de cinco soldados en cumplimiento de su deber, en una acción propia de un conflicto armado en zonas urbanas, apenas recibió y mereció la atención de un puñado de comentaristas y articulistas.

Los críticos de siempre dejaron pasar la grave y dolorosa ocasión, para demostrar que hay algo más que subjetivismo en sus planteamientos cuando sin estudios elementales pretenden establecer endebles criterios cuya función es sembrar dudas e insinuaciones respecto de la valiente y patriótica labor de los integrantes de las Fuerzas Armadas en labores de apoyo a la seguridad pública, ante el evidente colapso moral y táctico de las corporaciones policiacas y sus jefes en la administración pública local y estatal.

Eso sí: les pareció “muy fuerte” el contenido del discurso que pronunció el general secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda; primero, preocupados por la forma en que calificó a los asesinos de los soldados; segundo, porque anunció que irán, con el respaldo de la ley, por los autores de tan deleznable acto; y, tercero, porque es un discurso que evidenció la molestia del militar de más alto rango y responsabilidad en el servicio activo.

Medidas

En todo caso, me parece que hay que reconocer la transparencia y sinceridad de las palabras del general Cienfuegos, quien no recurre por fortuna al gastado recurso de hablar sin consecuencias: el hartazgo que padecemos los mexicanos respecto de quienes utilizan las tribunas de todo tipo en afán de promoción propia, antes que preocuparse por la realidad y problemas de la ciudadanía, lo demuestra cualquier encuesta.

La situación es límite. Un ataque organizado y perpetrado como el del pasado 30 de septiembre remite a una confrontación armada en las que en algunas ocasiones, y gracias a la corrupción de las autoridades en ambos lados de las fronteras, los delincuentes tienen acceso a armamento propio de una guerra.

El apoyo social al que bien se refiere el general secretario de la Defensa Nacional es la plataforma fundamental para mantener la moral en alto: cualquier Ejército en el mundo que no cuente con el decidido apoyo y compromiso de su población no podrá hacerle frente a ningún desafío que ponga en peligro la viabilidad de la nación.

Este punto no lo habíamos alcanzado en México. Ha llegado el momento, de que con valor y lealtad a la patria se tomen las medidas excepcionales para hacerle frente a desafíos también excepcionales. El gobierno de la República, el Congreso de la Unión y la Suprema Corte de Justicia de la Nación tienen la palabra. Esperemos que no razonen en función de la inmediatez, de sus pretendidos prestigios personales o realizando cálculos rumbo a la próxima cita en las urnas.

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