En medio de algo tan insólito como el anuncio de que un Papa renuncia a su cargo y las pequeñas escaramuzas de partidos opositores en México por imponer la agenda legislativa, el presidente Barack Obama rindió su mensaje anual a Estados Unidos y de paso al mundo.
Más que en la tónica de los informes presidenciales mexicanos, que son generalmente un recuento del pasado, Obama ofrece en su mensaje cuáles son los acentos que impondrá durante su segundo mandato.
Por supuesto que el eje habrá de ser la economía, tan maltratada y sobreendeudada, de Estados Unidos en el contexto de la recesión europea y una baja en el crecimiento económico de China.
Estados Unidos volteará los ojos hacia dentro en materia económica, pero en una senda más de innovación que no sólo de reactivación.
Obama previó a corto plazo la creación de tres centros de innovación manufacturera para volver a privilegiar el Made in USA. Informó, también, que 15 centros más de este tipo serán establecidos a lo largo de su administración. Se constituirán en un impulso decisivo a la ciencia aplicada y a la tecnología: ser otra vez lo que los llevó del siglo XIX del petróleo y los ferrocarriles al siglo XX del viaje a la Luna.
Son proyectos que estarán rindiendo sus mejores frutos no en el corto plazo, aunque suponen una inyección importante de inversión ya, sino en el mediano y largo plazos, que son los que construyen la grandeza de las naciones en momentos que si se dejan pasar van dibujando la pequeñez de otros.
No ignora en su mensaje la difícil situación de endeudamiento y la estrechez presupuestaria del gobierno norteamericano. En este sentido, es interesante que en el mismo mensaje haya incluido el tema de la reforma migratoria. Tanto el presupuesto como la aprobación de la reforma migratoria estarán en manos de una Cámara de Representantes dominada por el Partido Republicano. Les exige mayor holgura presupuestal a los republicanos, al mismo tiempo que les pide una reforma migratoria. Parecería que es una u otra.
Condiciones
Si el nivel de gasto que demanda de los republicanos se reduce, el costo de estos últimos será ante la opinión pública de todos los norteamericanos.
Si la reforma migratoria le es rechazada por los mismos, el costo será para el Partido Demócrata, con los votantes hispanos que lo respaldaron en la elección presidencial del año pasado, no para Obama, que a final de cuentas no requiere de electores dentro de cuatro años, ya que no se puede volver a reelegir.
Lo anterior es una reflexión que hace necesario un cierto grado de escepticismo y de duda sobre la viabilidad de que, en forma gradual, doce millones de indocumentados hagan realidad legal su sueño americano.
En cualquier caso, es un tema de política interna de Estados Unidos la cuestión migratoria.
El argumento de la importancia de las remesas para la economía mexicana es falaz, ya que regularizada su situación migratoria y alcanzada su estabilidad, tanto en derechos políticos como en seguridades económicas, una reforma migratoria podría ser hasta contraproducente para la economía mexicana. El tema no constituye una prioridad en la política exterior de nuestro país. No nos engañemos ni permitamos que se haga demagogia con una cuestión que ya nos es ajena.