Un mensaje presidencial casi sin sorpresas. En el casi estriban algunas diferencias. Una de ellas es la creación de la Secretaría de Cultura.
No está claro y habrá que esperar a ver la iniciativa que reforma la Ley Orgánica de la Administración Pública para saber si se trata solo de un cambio jerárquico del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) o supone una modificación a la definición de la política pública en materia de creación cultural y promoción de las actividades artísticas.
La actividad del Estado mexicano en esta materia ha tenido diversas expresiones de carácter administrativo.
Sin irnos a la prehistoria de su ubicación gubernamental, hay que recordar que durante varios sexenios esa tarea recayó en la Subsecretaría de Cultura dentro de la Secretaría de Educación Pública. Su misión era eminentemente la de promover eventos y generar la infraestructura necesaria para la divulgación cultural. La obra cumbre de aquellas gestiones todavía la podemos visitar todos los mexicanos y extranjeros que es el Museo Nacional de Antropología e Historia.
Tuvieron que suceder muchas cosas antes de la creación del Conaculta. Carlos Salinas de Gortari en su toma de posesión anunció su creación. La decisión estuvo precedida de la caída del sistema y una crisis política signada por la falta de credibilidad y de legitimidad. Añádase a ello la buena o mala fama de tecnócrata que tenía Salinas entre los hacedores culturales del país, con una agravante: la de que en el espectro ideológico estos se ubicaban desde liberales puros hasta izquierdistas militantes.
En ese entonces la iniciativa de establecer un consejo para la promoción del quehacer cultural y artístico fue, valga la redundancia, una obra de arte en materia de cooptación y negociación política con personas y grupos que se habían mantenido alejados del sistema gubernamental de partido dominante. No es casual, en ese sentido, que el primer presidente del consejo haya sido un reconocido teórico de la izquierda mexicana, como fue Víctor Flores Olea. Un gesto, además, de doble filo, ya que no solamente implicaba un acercamiento con la izquierda pensante de México sino que también constituía un guiño hacia la UNAM con la designación de uno de sus mejores maestros.
Perfil
Era una época en México de grandes figuras. De literatos como Octavio Paz, Carlos Fuentes, Alí Chumacero, Juan Rulfo… Abundaban músicos y pintores de primera línea a nivel mundial. La modernización política que supuso el sexenio de Salinas fue de la mano con el liberalismo cultural y una ampliación espectacular del acceso ciudadano a productos culturales y artísticos que restaron al fenómeno mismo de su creación los tintes elitistas y snobs que prevalecían en el pasado.
Hoy la situación es diferente. Aunque unos se rasguen las vestiduras, México casi ya no cuenta con grandes figuras. La transformación del Conaculta en secretaría alinea el caso mexicano con otros países donde los ministerios de Cultura han resuelto, o han tratado de resolver, problemas propios de una crisis social, no solo de talento sino de identidad nacional.
¿Hacia dónde se encaminará la nueva secretaría? Parte de la respuesta estará en el perfil de quien será el primer secretario de esta nueva aventura de la administración pública.

