ASESINAR AL FUTURO

“Dos conceptos básicos para entrarle al tema: la distancia espacial y la distancia temporal”.

Juan Pablo Delgado
Columnas
CAMPECHE, CAMPECHE, 25NOVIEMBRE2018.- De acuerdo con el proyecto del Tren Maya, sujeto a Consulta Nacional junto a otros 9 proyectos planteados por el próximo gobierno que encabeza el presidente electo Andrés Manuel López Obrador, se contará en el estado con tres estaciones de ferrocarriles que estarán en los municipios de Campeche, Escarcega y Calakmul. Además, de acuerdo a los estudios realizados por el gobierno estatal se determinó que de los 525 kilómetros designados a la entidad para el paso del Tren Maya, se cuentan con 308 kilómetros de vías ya establecidas por lo que solo se habrían de construir poco más de 256 kilómetros. 
FOTO: MARTÍN ZETINA /CUARTOSCURO.COM

Es muy agradable cuando la realidad te corrige la plana. Confieso que en mi columna anterior (Vértigo 1061: ¿Quién habla por el futuro?) permití que mi pesimismo se llevara lo mejor de mi texto. Les recuerdo.

Hablando del Future Design, un experimento en política pública iniciado en Japón, concluí que como especie humana somos incapaces de sobrepasar nuestro egoísmo y fijación en el corto plazo para preocuparnos por el mundo que dejaremos a las generaciones futuras.

De pronto… ¡un macanazo de realidad! El 14 de julio la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, publicó un tuit donde resumía la nueva visión de la Unión Europea (UE) para los años próximos: “Podemos elegir una forma de vida mejor, más saludable y más próspera. Salvar el clima es nuestra tarea generacional. Debe unirnos y animarnos. Se trata de garantizar el bienestar y la libertad de nuestros hijos. No hay tarea más grande y noble”. ¡Ay, goey! ¡Ejemplo loable de mi periodismo adelantador!

Y en efecto, poco antes de ese tuit la UE anunció su revitalizado plan para reducir sus emisiones de carbono y lograr “cero emisiones netas” para 2050. Al final alguien sí hizo su tarea y tomó el ejemplo del Japan’s Future Design. ¡Bien por Europa!

Con esto en mente quiero regresar al texto referido en mi columna anterior (How to be a Good Ancestor, de Sigal Samuel) para reforzar el aspecto ético y moral que debe ser intrínseco al considerar nuestras acciones presentes y su impacto en el futuro.

Imperativo

Primero dos conceptos básicos para entrarle al tema: la distancia espacial y la distancia temporal.

Entender el primero es muy sencillo. Samuel cita un ejemplo que plantea la filósofa Hilary Greaves de la Universidad de Oxford: si vas caminando y ves a un niño ahogándose en un río, al cual puedes rescatar sin mayor problema, lo moralmente correcto sería que lo hicieras. Todos de acuerdo (¡espero!). Pero qué sucede si esto ocurre al otro lado del planeta (digamos en China). ¿Esperarías que un adulto que vaya pasando también ayude al niño chino en peligro? Si no eres un monstruo, responderás que “sí”. Esto, apunta Samuel, significa que “la distancia espacial es moralmente irrelevante”.

¿Pero qué pasa con la moralidad temporal? Aquí las cosas se ponen interesantes. Samuel cita un ejemplo un poco más extremo del filósofo Roman Krznaric: Si consideras reprobable colocar una bomba en un tren que matará a un montón de niños hoy, también está mal si la bomba va a detonar en diez minutos o diez horas o diez años. En otras palabras, la distancia temporal entre una acción y su consecuencia es también moralmente irrelevante.

Aquí se encuentra el imperativo moral que tenemos hacia las generaciones próximas. Si sabemos que nuestras acciones y actitudes serán una bomba en el futuro, lo moralmente correcto sería “desactivar” este escenario catastrófico y evitar el sufrimiento o muerte de millones de personas que quizá ni siquiera han nacido. No hacerlo sería aumentar la carga de explosivos en ese hipotético tren que —tarde o temprano— sabemos que detonará.

Hay algunos países que ya empiezan a tomar esta perspectiva moral. Suecia tiene su “Ministerio del Futuro” dedicado a crear políticas públicas de largo plazo; Gales y los Emiratos Árabes Unidos cuentan con una agencia similar. Algo es algo, pero no es ni siquiera suficiente.

De México mejor ni hablar. Aquí estamos petrificados en el ámbar de la historia, enfocados en celebrar nuestro pasado de “resistencia”; celebrando las virtudes de los hidrocarburos; y encumbrando a héroes históricos que nada aportan a nuestro futuro.

Cada día ponemos una pieza más en la bomba climática que estallará dentro de 20 o 30 años. Pero pueden dormir tranquilos en sus huipiles nacionalistas sabiendo que gran parte de este mecanismo explosivo será “Made in Mexico”.