¡LA OBSESIÓN OS HARÁ LIBRES!

“La estrategia ha sido clara: secuestrar poco a poco al Poder Judicial”.

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Columnas
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En la tercera entrega de la saga de Douglas Adams The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy los entrañables personajes se encuentran luchando contra la genocida civilización de Krikkit, quienes al descubrir que existían otras formas de vida en el Universo decidieron que su misión era destruirlas a todas.

Durante un intercambio sobre cómo salvar al Universo, Ford Prefect —uno de los protagonistas de la obra— comenta sobre la futilidad de combatir a estos enemigos galácticos: “Nosotros no estamos obsesionados con nada. Y ese es el factor decisivo. No podemos ganar contra la obsesión. A ellos les importa, a nosotros no. Ellos ganan”.

Creo que hoy nuestra civilización se enfrenta a una situación similar. Ya establecimos en mi columna pasada (Los reaccionarios nunca duermen, Vértigo #1005) cómo nuestras libertades nunca están del todo garantizadas; y cómo en cualquier momento —como en el caso del aborto en Estados Unidos— estas pueden revertirse o eliminarse.

Porque al final del día muy pocos de nosotros estamos “obsesionados” por mantener nuestras libertades. No es que no nos importen, sino que una vez obtenidas creemos que la batalla está ganada y procedemos a retirar nuestras tropas. Pero los enemigos de la libertad no piensan así. En la mayoría de los casos son sujetos obsesivos; toman su tiempo y organizan sus fichas para atacar en el momento adecuado. Si la misión de estos reaccionarios es restar derechos, trabajarán incansablemente hasta conseguirlo.

Volvamos al caso del aborto en Estados Unidos. La filtración de la Corte Suprema donde se prevé la revocación de Roe vs. Wade no fue una ocurrencia del juez Samuel Alito. Más bien es el resultado de décadas de trabajo de fuerzas conservadoras y religiosas que durante 50 años han buscado la forma de minar y destruir este derecho.

Complacencia

Para estos reaccionarios la estrategia ha sido clara: secuestrar poco a poco al Poder Judicial. Bien indica la escritora Margaret Talbot en The New Yorker (Amy Coney Barrett’s Long Game) cómo organizaciones como The Federalist Society y otros grupos conservadores han trabajado por años en llenar las cortes federales —incluida la Corte Suprema— con jueces afines a su ideología.

Donald Trump fue el último eslabón en esta estrategia. Como presidente se dedicó a nombrar jueces que quisieran eliminar a Roe vs. Wade, atascando al Poder Judicial con magistrados conservadores y de preferencia jóvenes (para que duren más años). Apunta un análisis de los académicos David Fontana y Micah Schwartzman que “los nominados de Trump a las cortes federales de apelaciones fueron los más jóvenes de cualquier presidente al menos desde el inicio del siglo XX”. Si revisamos sus tres nombramientos a la Corte Suprema la situación es similar: Neil Gorsuch (49 años), Brett Kavanaugh (53 años) y Amy Coney Barrett (48 años).

Pero quizás esto les parezca un problema específico de Estados Unidos. Quizás algunos argumenten que en México no hemos llegado a una situación tan extrema, ya que aquí nuestra Suprema Corte ha garantizado el derecho al aborto, al matrimonio igualitario o al consumo de marihuana.

El punto es que nunca estamos a salvo y las fuerzas reaccionarias se encuentran hoy mismo conspirando para restarnos libertades. Basta con ver la decisión de la ministra Margarita Ríos Farjat, quien con el argumento de que “ningún derecho es absoluto” nos enjaretó la eliminación del “secreto bancario”, una de las violaciones más graves a la privacidad e intimidad de todos los mexicanos. Bajo este nuevo paradigma, todas nuestras libertades están ahora en peligro.

Así que debemos aprender en cabeza ajena. Si las libertades están siendo erosionadas en países con una tradición democrática y un Estado de Derecho más sólidos, no queda más que esperar lo peor para México. La complacencia ha demostrado ser una actitud fallida. Los bárbaros ya están ante las puertas y son implacables.

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