¿QUIÉN HABLA POR EL FUTURO?

“Rara vez la sociedad se involucra en crear políticas públicas que representen intereses de futuras generaciones”.

Juan Pablo Delgado
Columnas
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¿Por qué debería preocuparme por las generaciones futuras? ¿Cuándo han hecho ellas algo por mí?

Groucho Marx

¡Se les dijo pero no hicieron caso! Estamos apenas en las primeras semanas del verano y varios récords de temperatura ya se superaron. Cito a The Washington Post: “El noroeste del Pacífico y Canadá sufren una ola de calor sin precedentes. Las principales ciudades, como Portland, Oregon y Seattle, rompieron sus récords históricos de días más calurosos por amplios márgenes. Miles se quedaron sin electricidad; las calles se doblan y agrietan por las altas temperaturas del asfalto”.

Vamos a un caso específico: a finales de junio la temperatura en la localidad de Lytton, en la Columbia Británica, superó los 48 grados Celsius. ¡Un grado más alto que el récord histórico en Las Vegas! Las muertes por esta ola de calor ya comienzan a acumularse y superan al momento de escribir esto los 500 fallecidos en Canadá y Estados Unidos.

¿Pero qué creen? ¡Que hoy no vamos a hablar del cambio climático! Ni de la niña Greta, ni de informes de la ONU que pronostiquen nuestro (casi seguro) futuro apocalíptico. ¡Insólito para esta columna! ¿Verdad?

La temática de fondo es otra: que como sociedad y civilización no pensamos a largo plazo ni tomamos las precauciones sobre el mundo que le dejaremos a nuestra descendencia (propia o ajena). Sí, numerosos países hacen promesas loables de descarbonizar su economía o invertir en energías renovables (claro que no todos, como usted comprenderá). Pero a nivel local rara vez la sociedad se involucra en el proceso de crear políticas públicas que realmente representen los intereses de las futuras generaciones.

Buenos ancestros

De ahí mi sorpresa de encontrar un texto de la periodista Sigal Samuel en Vox (How to be a good ancestor), en el cual describe al Japan’s Future Design. Les explico:

En 2015, en el pueblo de Yahaba (noreste de Japón), un grupo de ciudadanos se reunió para formular políticas públicas locales. Sin embargo, este experimento tenía una peculiaridad: la mitad de los asistentes debía vestir de manera normal y abogar por cualquier acción que considerase apropiada. Pero la segunda mitad debía vestirse en batas ceremoniales especiales y pretender que eran visitantes del futuro, en concreto de 2060. El enfoque de este segundo grupo era promover políticas públicas con enfoque en el largo plazo; políticas que beneficiaran a la población que viviría en Yahaba dentro de 45 años.

¿Y qué sucedió? ¡Los “visitantes del futuro” ganaron! Lograron convencer a sus conciudadanos de que las políticas públicas con proyección futura eran ideales y la única forma de salvaguardar la viabilidad de generaciones posteriores. Quizá más importante fue que “lograron actuar contra sus intereses inmediatos”, explica Sigal, algo que rara vez ocurre en los gobiernos del mundo.

Queda claro que este experimento tardará en generar tracción a nivel global. Como especie parecemos incapaces de sobrepasar nuestros asuntos cotidianos para preocuparnos en ser “mejores ancestros” para aquellos que eventualmente nos reemplazarán. Sin embargo Sigal explica que problemas como el cambio climático, pandemias y las tecnologías emergentes requieren lograr este cambio de paradigma. Pensar más allá de la mera “sustentabilidad” y “romper con nuestra fijación en el presente”.

Todo esto se los dejo de tarea. Porque basta echar un vistazo a nuestro país para reconocer que la gran mayoría de nuestros gobernantes no está siquiera pensando en el futuro; muchos de ellos están atrapados en el presente o de plano viviendo en el pasado. De seguir así solo nos quedará esperar el juicio de la historia y la desolación (y segura decepción) de los mexicanos de 2060.