Durante este 2020 hemos sufrido diversas situaciones. Tanto de manera personal como en la familia y en la sociedad nos hemos tenido que adaptar a una nueva realidad y una nueva forma de interactuar. Lo que no podemos dejar pasar son los problemas que se han maximizado respecto de la inseguridad y la violencia contra mujeres y niñas.
De acuerdo con la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim) de la Secretaría de Gobernación, entre los meses de enero y agosto se recibieron aproximadamente 178 mil llamadas de auxilio de mujeres, niñas y adolescentes por casos de violencia, a diferencia de las 122 mil que hubo en 2019; un incremento considerable.
Este tipo de violencia en especial —contra las mujeres y las niñas— conlleva un gran impacto tanto para ellas como para su familia, para la sociedad y en sí para todo el país ya que además de que se constituye como una grave violación de derechos humanos por los alcances y las consecuencias que se producen, tiene repercusión en todos los sectores sociales, en la educación, en los presupuestos públicos, en la política y en el acceso a la justicia, por lo que representa un gran obstáculo para el desarrollo.
Existen diversos derroteros para hallar soluciones derivadas de movimientos de la sociedad civil y especialmente de movimientos de mujeres que han logrado obtener e incluir en las agendas nacionales e internacionales la erradicación de la violencia como uno de los temas principales. Sin embargo aún hay desafíos en la observancia y aplicación de la ley, así como para un acceso efectivo de la procuración y administración de justicia para que los casos no queden impunes.
Si bien ya se cuenta con tratados internacionales y leyes nacionales que representan un avance considerable se necesita tanto como sociedad y gobierno trabajar de manera conjunta y construir propuestas idóneas para solventar cada uno de los problemas que nos aquejan en esta materia.
Por ello un verdadero diálogo fuera de contenidos populistas, poder comunicarse efectivamente y sobre todo saber escuchar a los grupos afectados en sus necesidades e intereses es el camino, a nuestra consideración, para resolver de fondo los conflictos.
Bondades
De lo anterior surge el siguiente cuestionamiento: ¿qué pasaría si como sociedad, como ciudadanos, se nos enseñara a dialogar, a comunicarnos de manera efectiva, a aprender a escuchar al otro pese a no compartir su punto de vista? Seguro estaríamos en una posición que nos permitirá actuar de acuerdo a objetivos en común, centrarnos en los conflictos y encontrar soluciones eficaces.
Entablar un diálogo puede determinarse como una cuestión sencilla: un intercambio de mensajes. Sin embargo no es así: el diálogo tiene un gran poder porque dentro de sus bondades permite conocer la postura del otro y ponerse por un momento en su lugar, lo que abona a contar con un mejor panorama de la situación y, por ende, a trabajar en cada uno de los puntos.
Como expresó el literato inglés William Hazlitt: “El arte de la conversación es el arte de escuchar y ser escuchado”.
Mediante el diálogo tenemos la posibilidad de construir puentes y colaboraciones con los otros, lo que nos ayuda a derribar obstáculos de una mejor forma. Asimismo podemos actuar y convenir en objetivos, acuerdos y soluciones con una actitud empática y colaborativa para encontrar las mejores respuestas posibles a ese problema que pareciera no tiene contención: la violencia.
Es el momento de construir una cultura del diálogo, una cultura de la mediación y una cultura del respeto que nos permita abonar a la paz. El mejor camino para solucionar los problemas y arreglar los errores es el diálogo.
A colación de lo anterior: por medio del diálogo, de las alianzas y la colaboración recién el director y demás autoridades administrativas de la Facultad de Derecho de la UNAM recibieron la donación de mil 600 equipos de cómputo por parte de los Clubes de Rotary, distrito 4170, que encabeza su gobernador en funciones, el ingeniero José de Jesús Calderón Bello, lo cual permitirá que sus estudiantes con bajos recursos o que no cuentan con un equipo puedan continuar con su semestre y su preparación como juristas a través de aulas virtuales.