JUSTICIA POR PROPIA MANO

“La mediación debe dejar de ser un discurso y convertirse en una realidad”.

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Columnas
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Con la conformación del Estado de Derecho se pretendió que las personas, al cohabitar en sociedad, establecieran una serie de normas para convivir de manera pacífica y armónica con los demás, y resolver los conflictos sin violencia, a diferencia de como sucedía en las sociedades primitivas.

La venganza y la violencia incluso han estado legitimadas; ejemplo de este tipo de norma la podemos encontrar en la misma Ley del Talión, mejor conocida como “ojo por ojo, diente por diente”, en donde el elemento sustancial era la venganza. Aplicar el mismo castigo a quien había cometido un delito; en términos puntuales, una justicia por propia mano. La cual dentro del mismo Estado de Derecho no tiene cabida, ya que lo que se busca es que existan organismos encargados de la procuración e impartición de justicia, esto permitiendo que las personas resuelvan sus problemas de manera satisfactoria con base en un marco legal previamente establecido: la legalidad.

Dicho principio se concatena con la justicia, la cual lleva implícita la idea de que las personas diriman sus controversias ante un tribunal competente y no por ellas mismas. Incluso es una prohibición a nivel constitucional de acuerdo con lo establecido por el artículo 17 que dice: “Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma, ni ejercer violencia para reclamar su derecho. Toda persona tiene derecho a que se le administre justicia por tribunales que estarán expeditos para impartirla en los plazos y términos que fijen las leyes, emitiendo sus resoluciones de manera pronta, completa e imparcial”.

Lamentablemente pareciera que hoy este deber y derecho fundamental está rebasado. Diario en los diversos medios de comunicación se reportan incidentes con este tipo de situaciones; el más reciente sucedió en Huauchinango, Puebla, en donde lincharon y quemaron a un joven abogado a quien los vecinos acusaban de querer robarse a un niño.

Mediación

La inseguridad es alarmante: puede que como sociedad ya no se tenga la confianza en las autoridades, sin embargo, ¿dónde se están dejando los principios y valores? Tratar de escuchar y entender al otro, la situación del linchamiento partió de rumores. ¿Acaso no se pudo investigar más? Si la justicia no la podemos alcanzar en tribunales, ¿debemos hacerla por propia mano?

Debemos de reflexionar sobre cómo y hacia dónde nos dirigimos en el tenor de la solución de los conflictos de manera pacífica. Violencia genera más violencia. Si bien la justicia ante los tribunales está colapsada por la falta de recursos humanos y económicos, existen otros medios alternativos como la mediación o la conciliación, pero no dentro de un ámbito judicial procesal, sino como una forma de vida entre las personas que permita retomar valores básicos como el respeto o la solidaridad. Debemos recordar que esto es no solo por unos cuantos sino por todos los que habitamos la misma sociedad: por las familias, por las mujeres, por los niños, por las personas indefensas.

Es necesario reiterar los esfuerzos en una cultura de la mediación que permita a las personas dialogar y resolver sus problemas para no llegar a los altos niveles de violencia que se viven. ¿Será que aún no estamos cansados de vivir con tanta violencia?

La mediación empodera a las personas, trae ventajas y herramientas para la vida en general que permite aplicarse en cada ámbito donde se desarrollan. La mediación debe dejar de ser un discurso y convertirse en una realidad para las personas, las familias y las sociedades.