Especialista en participación política de las mujeres y exasesora parlamentaria en la Comisión de Igualdad de Género de la Cámara de Diputados, Brenda Palafox Quintana platica sobre la importancia de la equidad de género dentro de la política mexicana.
—¿Qué opinas de los derechos político electorales de las mujeres?
—Estos derechos son a los que menos se les saca provecho y de los que menos se hace uso, porque nos parece que es algo lejano a nosotras, aunque están establecidos en la Ley General de Partidos Políticos, en la Constitución y en diferentes reglamentos. Muchas veces los obstáculos culturales y sociales son los que no permiten que las mujeres simplemente los ejerzan. Por ejemplo, los partidos políticos tienen la obligación de asignar 3% de su presupuesto a capacitación de mujeres; en caso de que no lo hagan se les sanciona y se les reduce de su presupuesto, independientemente de otro tipo de infracciones que se les hace cumplir.
No obstante, puntualiza, “para que ellas puedan ir a esa capacitación necesitan dejar en sus hogares toda una construcción previa para poder hacerlo, situación por la que no pasan los hombres. En este sentido lo que les podemos decir a estas mujeres es que necesitamos que nos representen, que ejerzan ese derecho”.
—En su opinión ¿hemos avanzado en materia de género dentro de la política mexicana?
—Sí. No obstante, convencer que los derechos de las mujeres son derechos humanos ha sido un paso a paso. Se requiere una perspectiva distinta, concientizar a quienes toman las decisiones y luego que las mujeres lleguen a ocupar los espacios de poder: ahí está el reto.
Hay otros desafíos, dice Palafox, “como la rendición de cuentas y el presupuesto asignado; si a eso le añades una variante de género todavía se complica más el asunto. No es que las mujeres no estén capacitadas para gobernar o para legislar, sino que en general hay un desconocimiento de cuál sería una perspectiva de género y de derechos humanos adecuada. Es decir, se necesita una mirada más interseccional para establecer acciones más exitosas. Por ejemplo, dejar de pensar que todos los beneficiarios de los programas cumplen con las mismas características”.
Exigencia
—¿Cómo frenar la violencia política en razón de género?
—Se ha ganado terreno en este tema. Por un lado no podrías nombrarlo como violencia política en razón de género si no hubiese habido una convergencia de esfuerzos entre diputadas y senadoras comprometidas en la Legislatura pasada para impulsar este concepto y el de paridad.
Ya con esas bases “se pueden hacer las incidencias; pero vuelvo a lo mismo: no te las van a conceder, es decir, no es un dejo de buena voluntad, no es una cuestión de un solo partido: es una exigencia de varias voces. Desde las instituciones, las colectivas, desde quienes toman esa decisión se impulsan esos cambios. Si al final, por ejemplo, el espacio queda como un asunto de cuotas de grupo, que fue el caso de la gubernatura en Guerrero, pues es una lectura distinta. Pero el espacio ya estaba asignado para una mujer. Si esa mujer con esas características, con ese perfil y esa trayectoria no nos convence, es distinto, pero el espacio ya está garantizado. En este sentido se piensa que ese lugar no se ganó y que lo dieron por ser mujer. Aunque se haya ganado de manera arrolladora se tiene esa idea colectiva”.
Entonces, añade, la pregunta es: “¿Por qué me vas a juzgar antes de tiempo, cuando no lo has hecho con los otros veintitantos gobernadores? Creo que las gobernadoras y la jefa de Gobierno capitalina avanzan en su propio estilo. Y eso hay que reconocerlo”.