“LOGRAR LA EQUIDAD DESDE LA INFANCIA A TRAVÉS DE LA EDUCACIÓN”

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Martha Mejía
Columnas
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Silvia Ojeda, maestra en Educación, directora del Instituto Natura México, platica sobre la importancia de la educación en niñas y niños para alcanzar una mejor calidad de vida y de cómo la participación y fuerza de trabajo directa de cientos de mujeres impulsa la inversión de este proyecto educativo.

—¿Por qué es importante que los menores obtengan educación de calidad?

—El derecho a la educación no solo nos permite ejercer plenamente otras garantías, sino que nos faculta para cumplir con nuestra misión en la vida. Esto debería ser posible sin importar nuestro punto de partida. Por ejemplo, que nazcas con alguna discapacidad, que hables alguna lengua indígena, nacer a varios kilómetros de una escuela o que esta no tenga las condiciones de infraestructura ni de materiales mínimos para brindar su labor, entre otras muchas.

—¿Cuál es la función del Instituto Natura México?

—En Brasil el Instituto Natura tiene poco más de diez años. Llegó a México hace dos. Nuestro objetivo es contribuir a la mejora de la calidad de vida de las personas a través de la educación. Se trata, principalmente, de una serie de acciones dirigidas a la alfabetización en aprendizajes esenciales en los niños, quienes al cursar la primaria y debido a las consecuencias de la pandemia de Covid-19 y otros motivos requieren consolidar dichas habilidades para disminuir el bajo logro educativo, el rezago y el abandono escolar durante la educación básica. Esta iniciativa se da gracias a la participación de los gobiernos locales de las entidades en las que participamos (Nuevo León, Veracruz, Yucatán y, para el siguiente ciclo escolar, Guanajuato y Querétaro), junto con el Instituto Natura, la UNESCO México y la organización Zorro Rojo. Nuestro propósito al final es hacer un México con mayor equidad, un país donde todas las niñas y niños alcancen las competencias básicas en lengua y también en matemáticas.

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—¿Qué retos enfrenta la iniciativa?

—El principal es que no estamos acostumbrados a trabajar de manera coordinada y de forma sistémica. Otro reto es que tenemos que mirar a la educación como un derecho (inherente) al aprendizaje; o sea, no es solo ir o asistir a la escuela para una plena realización del derecho a la educación. En este sentido, también encontramos que el profesorado y los propios padres y madres de familia tienen expectativas bajas de sus estudiantes y de sus hijos, lo que impide a los niños llegar tan lejos como podrían.

En este sentido, dice Ojeda, “sabemos que las condiciones con las que trabajan los profesores son retadoras y difíciles; sabemos que se les ha dejado mucho tiempo solos; pero trabajamos desde el instituto en sistemas de acompañamiento para ellos.

—¿Qué papel juegan específicamente las mujeres para llevar a cabo este programa?

—Tenemos el programa Creer para ver y la ganancia de esta venta que hacen alrededor de 350 mil consultoras va directamente a la inversión de proyectos y políticas educativas. Entonces dar estos materiales a los niños y niñas, brindar ese acompañamiento a los profesores, trabajar con esta política pública organizada y sistemática la verdad es que sí hace una diferencia para alcanzar un mejor nivel de vida de los 15 mil infantes a quienes llegamos con esta iniciativa. Y eso solo lo logramos gracias al trabajo de las consultoras. En este sentido, ellas deben saber a dónde van los fondos, que su esfuerzo, tiempo y dedicación es determinante, porque permite un mejor mundo, con gente más sana, menos violenta, que toma mejores decisiones, que se realiza como ser humano, que se dedica a lo que le gusta y que además puede aportar más como persona a su sociedad.

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