Ailynn Torres Santana, feminista cubana, investigadora posdoctoral de la Fundación Rosa Luxemburgo, investigadora asociada de FLACSO Ecuador y parte de la red El Futuro es Feminista de la Fundación Friedrich Ebert, platica en entrevista sobre los retos transregionales que enfrentan hoy los feminismos en Latinoamérica y cómo afrontarlos.
—¿Cómo se desenvuelven actualmente los feminismos en Latinoamérica?
—Los feminismos probablemente hoy son uno de los actores políticos con mayor potencia dentro los movimientos sociales y de la acción popular. Esto se debe en gran medida a que han logrado articular globalmente y regionalmente a actores sociales como los involucrados en luchas ecologistas, antirracistas, por diversidades sexuales y otras.
En este sentido, puntualiza, “este despliegue de mujeres feministas da como resultado una mayor politización de los problemas relacionados con las desigualdades de género. Y por otro lado un mayor énfasis en la forma en la que se tratan los temas de género dentro de los discursos institucionales. Por ejemplo, vemos cómo las compañeras argentinas han producido una politización importante del asunto de la deuda nacional, de la deuda de los territorios y del endeudamiento como forma de desposesión. Y en qué medida eso se conecta con las violencias machistas y con el empobrecimiento. Entonces, conectar la agenda de reconocimiento con la agenda de redistribución y participación política creo que es un camino muy importante que hay que seguir”.
Retos
—¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentan los feminismos en la región?
—Uno muy importante es la instrumentalización de las luchas feministas para otros fines políticos. Algunas autoras señalan que el género se ha convertido en una suerte de pegamento simbólico de distintas tendencias políticas para marcar de alguna manera su signo conservador, progresista u otro distinto. Eso termina vaciando el contenido político feminista y convirtiéndolo prácticamente en utilería. Pensemos, por ejemplo, en lo que sucedió en el referéndum por la paz en Colombia, donde el tema de género y las violencias sexuales fue clave. Muchas veces se usa la problemática de género, se transmuta justamente para deslegitimar la agenda feminista y fomentar otras causas, otros programas políticos que no necesariamente tienen que ver con asuntos de género.
Por otro lado, indica Torres, “la crisis sanitaria de la pandemia, pero también las crisis previas como la ecológica y la económica, configuran barreras importantes para la reproducción y despliegue de los feminismos ya que en situación de crisis las mujeres son las más perjudicadas”.
Otro reto es “la expansión de los neoconservadurismos en todo el mundo y en toda la región, tanto religiosos como no religiosos, porque plantea desafíos de distinto tipo: se instala una narrativa sobre la ideología de género que deslegitima las luchas feministas, se dan pasos hacia atrás en términos de garantías y reconocimiento de derechos”.
—¿Qué opina de los movimiento feministas en México?
—Si en algún momento los movimientos feministas en Argentina fueron muy paradigmáticos para poder entender lo que sucedía en la región, creo que lo que hoy pasa en México es clave para comprender cuáles son las agendas de los feminismos y sus propuestas en Latinoamérica. Pero también coloca en el centro asuntos que tienen una mayor evidencia para el caso mexicano, como la relación entre las violencias machistas y el crimen organizado; o bien el tema de garantizar el cambio constitucional para el reconocimiento de los trabajos de cuidados. Me parece que el movimiento mexicano pone el cuerpo también en la calle y en los espacios públicos para reivindicar que ese también es espacio para la política feminista. Y creo que esto es superimportante para el movimiento en toda la región.