NUEVO SINDICALISMO O GATOPARDISMO

¿Podría interpretarse como un mensaje cifrado para el resto de los caciques sindicales?”

Lourdes Mendoza
Columnas
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La “renuncia” de Carlos Romero Deschamps a Pemex dada a conocer en la conferencia mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador da mucho qué pensar sobre el rumbo que pretende dársele al sindicalismo mexicano.

Para empezar su salida definitiva de la compañía es la Crónica de una muerte anunciada, porque ya lo anticipábamos todos desde hace un año, cuando dejó de ser líder del gremio petrolero.

Solo el tiempo podrá decirnos si esta renuncia conducirá a un verdadero cambio en las entrañas de Pemex o todo seguirá igual para sus trabajadores, quienes a final de cuentas han sido los protagonistas de los grandes avances históricos de la compañía, desde la expropiación de 1918 hasta el hallazgo y auge de Cantarell, que por muchos años dio al país algo así como 3.6 millones de barriles diarios.

Ahora bien, si el presidente es un hombre de símbolos y ha demostrado que los sabe manejar muy bien, ¿esto podría interpretarse como un mensaje cifrado para el resto de los caciques sindicales que perviven en nuestro país para que pongan sus barbas a remojar?

Si no es así entonces la renuncia de Romero Deschamps dejaría de ser la metáfora ideal de Crónica de una muerte anunciada para quedar mejor ilustrada con El gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, quien acuña en esa novela la memorable frase: “Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”.

Aunque a decir verdad a nadie le conviene que todo siga sin cambios en Pemex ya que la empresa pierde algo así como 915 mil 80 pesos por minuto. Algo habrá que hacer.

Otra bola cantada

A quien sí parece írsele perfilando bien el camino es a Claudia Sheinbaum, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, quien desde ahora puede dar por descontado que vaya a tener algún problema en las auditorías a su gestión, porque está vacante la titularidad de la Auditoría Superior de la Ciudad de México y baste decir que de los 19 aspirantes doce son personas que provienen de la propia institución, recomendadas en su momento por algún personaje político.

Teniendo como antecedente el gancho al hígado que la 4T le propinó a la Auditoría Superior de la Federación es casi un hecho que a nivel Ciudad de México nadie se atreverá a siquiera sugerir alguna inconsistencia en las finanzas capitalinas.

Estilo mata carita...

Pero no a todos les cuidan las espaldas. Ahí tienen ustedes el más reciente escándalo del coordinador de la bancada panista en Michoacán, Javier Estrada Cárdenas, quien justamente hablando de auditorías fue exhibido en bochornosas declaraciones afirmando que el dinero público se lo podía gastar “hasta en putas”, sin que nadie pudiera reclamarle por ello.

Ahí no para la cosa: se le escucha pedir la destitución del auditor porque no podía tratarlo “como cualquier hijo de vecino”, todo esto derivado de señalamientos que hizo el auditor estatal sobre el gasto público de los diputados michoacanos.

No cabe duda que en todos lados se cuecen habas, caray.