EL ICEBERG DEL TMEC

“El rebote más importante de nuestra economía se concentra en los sectores relacionados con las exportaciones”.

Lucy Bravo
Columnas
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Cuando el TMEC entró en vigor en julio de 2020 reemplazó al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que durante 26 años definió la relación comercial entre México, Estados Unidos y Canadá. El nuevo acuerdo incluyó reglas de origen más estrictas para automóviles y autopartes, flamantes protecciones para la propiedad intelectual, prohibiciones contra la manipulación de divisas, exigencias de reformas laborales para nuestro país y novedosas reglas sobre comercio digital que no existían cuando se lanzó el TLCAN en 1994. Lo que no previó fue una pandemia.

Todo comenzó cuando Donald Trump propuso, o mejor dicho impuso una renegociación en 2018, pero tardó dos años en aprobarse un nuevo marco en los respectivos Congresos de los tres socios comerciales. Su firma se dio prácticamente a inicios de la pandemia en 2020 y las expectativas de que detonara el crecimiento de los tres países involucrados mermó conforme se registraban los impactos de una crisis sanitaria global sin precedentes.

A pesar de que la pandemia de Covid-19 demostró la capacidad de recuperación de nuestras industrias regionales, la importancia de las relaciones comerciales y la necesidad de mantener las cadenas de suministro globales abiertas, el primer aniversario del TMEC pasó casi desapercibido y sin grandes discursos sobre nuevos mecanismos de desarrollo de la región. Y eso debería preocuparnos a todos.

Una cosa es que México difícilmente pueda escapar de la interdependencia económica del mundo actual y que ni una pandemia pueda detener los flujos comerciales, y otra muy distinta es que podamos hablar de un verdadero espíritu de cooperación trilateral.

Aquel ideal de elevar la competitividad de la región de América del Norte para hacerle frente a otros polos comerciales ha desaparecido casi por completo de la agenda de los tres gobiernos.

Tensiones

Para nadie es un secreto que el plan de recuperación que hoy permite a México aspirar a una tasa de crecimiento económico entre 5 y 6% para este año es el del presidente estadunidense, Joe Biden. El rebote más importante de nuestra economía se concentra en los sectores relacionados con las exportaciones. Para darnos una idea: este sector representa cerca de 39% del PIB. De estas exportaciones, 80% las compra EU. Es decir, nuestro vecino del norte soporta cerca de 31% del PIB mexicano.

Y aunque durante la pandemia las exportaciones registraron una caída de 15.7%, sigue siendo muy inferior a lo que vimos en 2008, año en que se redujeron en 26.7% en la tasa anual.

Ahora el comercio entre México y EU ascendió a 262 mil 811 millones de dólares entre enero y mayo de 2021, lo que representó un crecimiento de 30.4% respecto del mismo periodo de 2020; esto consolidó al país como el principal socio comercial estadunidense, según cifras de la Oficina del Censo de aquella nación.

Sin embargo parecen crecer las tensiones: desde las preocupaciones de EU sobre las inversiones en el sector energético en México y las recientes disputas laborales hasta el desacuerdo sobre cómo implementar las reglas de origen de los automóviles, ya que tanto Canadá como nuestro país argumentan que EU no comparte la misma interpretación de las flexibilidades otorgadas por el TMEC. Y si bien hasta el momento ni Estados Unidos ni Canadá iniciaron algún proceso de solución de controversias en materia energética ese no es el caso en materia laboral, donde ya se presentaron dos quejas formales.

Lexema Bien dice Arianna Huffington que “la esencia del liderazgo es poder ver el iceberg antes de que golpee el Titanic”, pero al parecer ni siquiera porque se trata del salvavidas más importante para la economía de nuestro país se les da la importancia necesaria a las primeras grietas del TMEC.