MUCHO RUIDO, POCOS LOGROS

“Biden ya piensa en la reelección”.

Lucy Bravo
Columnas
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La pandemia que prometió detener está fuera de control. La inflación está en su máximo histórico de las últimas cuatro décadas. La frontera es un desastre. Sus adversarios —Rusia y China— solo se han fortalecido. Y sus índices de aprobación siguen en caída libre. Joe Biden cumplió su primer año en la Casa Blanca, pero con muy poco que celebrar.

Decepcionante. Esa es la palabra que hasta ahora define a la administración Biden. Si bien muchos consideran que el demócrata enfrentó uno de los arranques más difíciles para un presidente desde Franklin D. Rooselvelt, al tomar el mando en medio de una pandemia global, una profunda crisis económica y a dos semanas de un ataque al Capitolio por parte de una turba violenta, el apoyo que recibió fue apabullante.

No podemos olvidar que 81 millones de personas votaron por él. Más que cualquier otro presidente en la historia de Estados Unidos. También obtuvo una escasa mayoría en el Congreso. Es decir, el mandato fue claro: resuelve este desastre. Pero a un año de distancia, Biden parece perdido en su propio laberinto. El político con más de 50 años de carrera aprendió muy pronto, como suele suceder con todos los ocupantes de la Oficina Oval, que su presidencia se vería marcada por eventos externos fuera de su control.

Pero no por eso deja de sorprender la tibieza con la que su gobierno responde a muchos de estos desafíos. El que alguna vez se consideró como uno de los vicepresidentes más carismáticos y activos de la historia solo ha dado dos conferencias de prensa y 22 entrevistas a medios; es decir, menos que cualquiera de sus seis predecesores más recientes. Hasta Reagan, quien fue víctima de un atentado en su primer año y tuvo que reducir su agenda mediática, ya había dado 59 entrevistas a estas alturas de su gobierno.

Retos

Claro que no todo ha sido un desastre. Biden logró la aprobación no solo de uno, sino de dos paquetes multimillonarios de ayuda por Covid-19 para millones de familias y un plan de infraestructura para reactivar la economía. Lo malo es que esto ocurrió en medio de la retirada de EU de Afganistán, propiciando el regreso del Talibán al poder en tiempo récord y una crisis humanitaria sin precedentes. La imagen de civiles afganos desesperados y aferrados al fuselaje de un avión militar estadunidense mientras despegaba del aeropuerto internacional de Kabul será por siempre uno de los capítulos más vergonzosos de la política exterior norteamericana.

Y de migración mejor ni hablamos. Biden no solo prometió acabar con las políticas inhumanas de Trump, sino también traer justicia a todas las víctimas de las mismas. Esto no ha ocurrido. De hecho, hoy enfrentamos una de las peores crisis migratorias de las últimas décadas y 2021 se colocó como el año con mayor número de detenciones en la frontera con 1.7 millones de migrantes.

Los retos para 2022 no son menores, mientras se acercan las elecciones intermedias de noviembre y Donald Trump regresa peligrosamente a la escena pública. Pero Biden no tardó en anunciar —sí, a un año de gobierno— que ya piensa en la reelección.

Lexema Quizás aquellos que piensan en Roosevelt al evaluar la presidencia de Biden tengan algo de razón: después de todo fue Roosevelt quien alguna vez dijo que “el único hombre que nunca comete errores es el que nunca hace nada”.