VOTAR EN TIEMPOS DE COVID-19

La realidad actual supera cualquier estrategia electoral que hayamos imaginado.

Lucy Bravo
Columnas
Foto: Especial
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Hoy Estados Unidos luce irreconocible. En pleno proceso electoral la economía se encamina a una fuerte recesión, el sistema de salud está contra las cuerdas y las bolsas, junto con el optimismo de los votantes, están en caída libre.

Joe Biden mantiene su liderazgo frente a Bernie Sanders, pero la verdadera prueba para el demócrata será mantener la atención de los estadunidenses frente a la incesante exposición mediática de Donald Trump por el brote de coronavirus.

Biden se está convirtiendo en el primer candidato presidencial en llevar su campaña electoral desde su sótano, debido al COVID-19. Se trata de un último giro inesperado en una carrera extraordinaria que vio al exvicepresidente al borde del olvido antes de lograr la remontada más notable en la historia de las votaciones primarias. Pero ahora ese impulso que obtuvo tras el triunfo en varios estados relevantes se apaga poco a poco.

En circunstancias normales las campañas estarían en pleno apogeo, pero el COVID-19 eclipsa este proceso. Ahora los estadunidenses tendrán que calibrar su voto en función de quién sería el mejor candidato para reconstruir la economía más grande del mundo. Inesperadamente Biden parece tener las credenciales más prometedoras al haber participado en la respuesta al brote de ébola en África Occidental durante su gestión como vicepresidente de Barack Obama y su papel activo para abordar la crisis financiera de 2008.

Encuestas

Sin embargo la realidad actual supera cualquier estrategia electoral que hayamos imaginado. De acuerdo con cifras de la misma Casa Blanca, en el mejor de los casos EU podría registrar entre 100 mil y 240 mil muertes por COVID-19 y esto difícilmente será olvidado en las urnas. Una encuesta reciente del periódico estadunidense Politico mostró que solo 46% de los estadunidenses confía en que el gobierno de Trump está haciendo lo correcto para lidiar con el virus. Eso es una disminución considerable frente a 61% que lo apoyaba hace solo un mes.

La pandemia nos demuestra cuán importante es quién tiene las riendas del poder. Otra reciente encuesta encontró que casi dos tercios de los estadunidenses confiaban en que una vacuna de bajo costo estaría disponible para toda la población si un demócrata llega a la Casa Blanca. Por otra parte, solo la mitad dijo que confiaban en que un republicano les ofrecería tal beneficio.

Estas tensiones partidistas podrían agudizarse cuanto más se prolongue la crisis. Aquí la pregunta es: ¿arrasará el COVID-19 también con el sistema político estadunidense? No es ningún secreto que ya existía una exacerbada tensión social entre ambos partidos alimentada por la toxicidad de Trump. Y si a esto le agregamos una recesión, el resultado podría ser catastrófico.

Al final el destino de Biden puede estar fuera de sus manos: si Trump logra compensar la negligencia que mostró al inicio del brote de coronavirus y mitigar el número de muertos podría convertir su campaña en una historia de unificación nacional frente a la tragedia y así asegurar su reelección. Pero si el presidente paga un precio por su liderazgo fallido, Biden podría ir directamente de su búnker a la Oficina Oval.