Pablo Picasso es un artista singular. Y hablo en presente porque es un creador vivo que sigue influyendo en sus colegas a 47 años de su muerte, que lo sorprendió en plena labor creativa, mientras que su producción ha sido una de las más fructíferas de la historia del arte.
Y ha sido también interdisciplinaria ya que con la misma comodidad trabajaba la pintura, el dibujo, la gráfica, la cerámica, el objeto, la ilustración o la escultura, impresionando con cada una de sus piezas a la crítica, al público, a los coleccionistas, a los espectadores, a los galeristas, a los especialistas.
En fin: Pablo Picasso hizo de su obra un lenguaje universal y atemporal, porque pasan las décadas y siempre habrá nuevos admiradores de su trabajo.
La vida personal de Picasso fue como usualmente es la de los genios: intensa, divertida y complicada. Por lo mismo, el hecho de que ahora el Museo Picasso de Barcelona haya producido una reveladora muestra fotográfica con 62 retratos que el estadunidense David Douglas Duncan captó entre 1956 a 1962 y que dan cuenta del mundo cotidiano del pintor, así como de su proceso creativo y de la amistad entre ambos, es de enorme valía.
Acervo
Bajo el título Picasso por Duncan. La mirada cómplice, se puede ver hasta finales de mayo en la Fundació Palau de Caldes d’Estrac en la capital catalana, una de las ciudades más amadas por él.
Fotos emblemáticas y muy famosas como Picasso y Jacqueline (1959), Picasso firmando sus obras (1960) o la primera que le hizo tomando un baño en una tina, rodeado de espuma y riendo a carcajadas, figuran en este acervo que donó su autor en 2013, cuando el Museo Picasso celebró sus primeros 50 años de actividades.
Duncan falleció a los 102 años en 2018 y siempre decía que su larga amistad con Picasso había sido de las mejores cosas que le habían pasado en la vida. Claude Picasso, el hijo mayor, lo recuerda como “un gato que estaba todo el día haciendo fotos. Y esa era su manera de expresarse”.
Ojalá pronto haya una edición que compile este valioso material.