NUEVA ALIANZA ANTIOCCIDENTAL

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Los ojos del mundo estuvieron estos días en la cumbre de Shanghái y el desfile militar chino. En ambos foros fue posible apreciar el despliegue de poder de los enemigos de las democracias occidentales, que por su parte se perciben cada vez más débiles y decadentes.

Mientras el presidente norteamericano se empeña en destruir las bases institucionales de la democracia estadunidense y anular las alianzas internacionales de su país que lo convertían en el líder del llamado mundo libre, China, Rusia y ahora hasta India fortalecen sus lazos.

Es muy penoso observar la destrucción de valor, buena voluntad y esfuerzos de acercamiento internacional que cuidadosamente edificó Estados Unidos durante siete décadas, a cambio de una política de aranceles selectivos.

No se entiende cómo Estados Unidos optó por empujar a India a los brazos de China. Un país que rivalizaba naturalmente con los chinos se verá impulsado por la necesidad a establecer alianzas de todo tipo con China en vista de las agresiones de Donald Trump. ¿Qué ganó Estados Unidos con esto? Absolutamente nada. Muy al contrario, perdió un aliado estratégico para sus intereses en la región. De paso, las autocracias antioccidentales presentaron al mundo una imagen de unidad, pero sobre todo de fortaleza militar dispuesta a hacerle frente a Occidente.

Superpotencia

Tampoco es verdad que Estados Unidos esté derrotado y que ya sea el fin de su papel preeminente en el orden mundial. Su inmenso poderío económico desplegado en el dólar, su insuperable primacía tecnológica y su todavía grandioso arsenal militar hacen de Estados Unidos la superpotencia temible. No obstante, como ya he apuntado en estas páginas, es una superpotencia invencible frente a cualquier otro país en lo individual, pero no sabemos si es invencible frente a una alianza China-Rusia-India.

Además, la forma en que Trump ha tratado a sus aliados europeos, canadienses y japoneses le resta apoyo internacional en caso de cualquier tipo de agresión. Ya hemos dicho también cómo la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se encuentra muy disminuida. Pero lo más importante es que China e India son los países más poblados del planeta, todavía con potencial de crecimiento en los años venideros, mientras que los aliados europeos de Estados Unidos son países envejecidos y cada vez menos poderosos.

Rusia, el país que parecía más débil de la alianza antioccidental, sale muy fortalecido de estos encuentros y enseña al mundo sus avales.

Desde luego, China surge como el nuevo líder firme, confiable y proveedor de certidumbres en un entorno internacional volátil. China no es ni remotamente una democracia liberal, pero propone un modelo de desarrollo y crecimiento económico impresionante, a la vez que una fuerza militar en ascenso imparable.

De continuar estas tendencias, podría llegar el momento en que los propios países europeos reconsideren sus arreglos con Estados Unidos y empiecen a ver con otros ojos a China.

El mundo se está reformando a una velocidad inaudita y no lo está haciendo en favor de las democracias liberales de Occidente. Esta semana ofreció una exhibición adicional de ello.

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