UN CONCURSO DE FEOS EN MÉXICO

“Cada época tiene sus propias formas de socializar”.

Ignacio Anaya
Columnas
CONCURSO DE HOMBRES FEOS

Revisando prensa decimonónica, un encabezado peculiar atrajo mi vista: “Gran Concurso en El Chisme de Hombres Feos”. La convocatoria del diario El Chisme de 1900 promete un espectáculo singular. Se invita a todos los caballeros, sin importar su condición física o social, a participar en una competencia donde la “fealdad” será celebrada y premiada.

El ganador se determinará por voto popular y será agasajado con una medalla y un retrato publicado en el periódico. Un premio curioso: la fama efímera de ser coronado como el “hombre más feo”.

¿Pero qué motivaba a los participantes a prestarse a semejante escrutinio público? ¿Era simplemente una oportunidad para ganar notoriedad? ¿O había algo más profundo en juego?

Quizás estos concursos eran una forma de desafiar las rígidas convenciones sociales de la época, que valoraban la apariencia y el decoro por encima de todo. Al celebrar la “fealdad” se subvertían, aunque fuera de manera burlesca, los ideales de belleza y masculinidad imperantes. Era una válvula de escape para reírse de las apariencias en una sociedad muy estratificada.

O tal vez estos eventos encerraban una crítica velada a la frivolidad y superficialidad de la vida social de la élite. Al otorgar premios y atención a los “feos” se ridiculizaba el culto a la belleza y se resaltaban valores como el carácter o el ingenio.

Espacios

Pero estos concursos no eran meras parodias humorísticas. Algunos, como el reportado en La Voz de Guanajuato en 1891, parecen haber sido eventos genuinos que generaban gran interés público. Las listas de participantes y el conteo minucioso de votos sugieren que había una dimensión de competencia real y hasta de apuestas en juego.

Podía ser que los votantes se organizaban para destacar a personajes populares de los barrios, convirtiéndolos en celebridades momentáneas y fomentando cierto sentido de comunidad e identidad local.

Más allá de sus motivaciones últimas estos concursos son una interesante aproximación a cómo la prensa de la época moldeaba la opinión pública e incidía en la vida social. Los periódicos no solo informaban sino que creaban eventos y espacios de participación para sus lectores. Eran actores centrales en la construcción de una esfera pública moderna.

Al mismo tiempo, estas iniciativas nos hablan de una sociedad ávida de entretenimiento, novedades y espacios de socialización asequibles a la creciente población urbana. En una era previa a la radio y la televisión los concursos, junto con las verbenas populares, los espectáculos itinerantes y las funciones teatrales, eran formas de ocio muy esperadas.

Aunque difíciles de imaginar hoy, estos pintorescos “concursos de hombres feos” revelan o al menos acercan a observar un poco de las costumbres, anhelos y sentido del humor de generaciones pasadas.

Cada época tiene sus propias formas de socializar, de forjar identidades colectivas y de entablar diálogos con el poder establecido. La imagen siempre cambia. Quizá no vendría mal recordar el espíritu irreverente y cuestionador de estos eventos. Reflexionar sobre cómo construimos nuestros ideales de belleza y éxito.