“CONSTRUIR ANTICORRUPCIÓN DESDE UNA PERSPECTIVA DE GÉNERO”

Martha Mejía
Columnas
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“La corrupción es una acción o inacción violenta, sistémica y estructural de abusos de poder que resulta en diferentes formas de violencias, la no garantía de los derechos humanos y el no acceso a una vida digna”, indica en entrevista Guadalupe Azuara Hernández, fundadora y representante de la Colectiva Feminista la Huasteca Tetik Siuatl.

Con motivo del estudio Construir anticorrupción: acciones colectivas para erradicar el impacto diferenciado de la corrupción en México, en el que participa junto con su colectiva, comparte que para construir anticorrupción es fundamental establecer mecanismos desde una perspectiva de género, interseccional e intercultural.

—¿Qué es la corrupción?

—La corrupción se siente desde el cuerpo como una enfermedad que nos da miedo, nos aísla, nos enoja. El lenguaje es político y por ello debemos seguir transversalizando esta definición. Sin duda, la corrupción perpetúa la desigualdad histórica y los grupos vulnerabilizados son los más afectados. A partir de este estudio, nos dimos cuenta de que si bien es cierto que hay acciones de corrupción individuales, no quiere decir que el problema per se sea individual, sino más bien deviene de una estructura colonialista y heteropatriarcal.

—¿Cómo la corrupción afecta a las mujeres?

—Cuando hablamos de acciones o inacciones frente a las poblaciones que estamos en situaciones de vulnerabilidad el riesgo es doble. En nuestro caso particular, somos una colectiva que se encuentra en la periferia de Hidalgo, en la zona de la Huasteca. Se trata de un área indígena y empobrecida donde los problemas estructurales de desigualdad se ven exacerbados por la inacción y la ausencia del Estado a causa de la corrupción.

Azuara puntualiza que “nosotras vemos que, por ejemplo, en nuestra comunidad hay falta de caminos, de infraestructura, educativa y de salud; esto nos sigue permeando inclusive después de mucho tiempo; los elefantes blancos que se llegaron a hacer en la zona terminan impactando de manera más fuerte a nosotras que estamos allá en zonas olvidadas. Desde Tetik Siuatl señalamos esta estructura de un Estado heteropatriarcal donde las mujeres estamos en desigualdad con estas acciones o inacciones (por ejemplo, no aplicar el recurso público), lo cual amplía más las desigualdades”.

Visión ciudadana

Otra cuestión muy particular, dice, “es cuando defendemos a mujeres en situaciones de violencia, pero cuando intentamos plantear esa defensa nos encontramos que instituciones y actores no llevan a cabo su trabajo; vemos leyes muy bonitas de una vida libre de violencia para las mujeres, pero que no se aplican y no se usan porque la corrupción permea todo este aparato de justicia, lo cual nos afecta. En este sentido, surgió la necesidad de tener nuestro propio concepto de corrupción en el que se recapitula que es una enfermedad que nos atraviesa todo el cuerpo”.

—¿Cómo se puede construir la anticorrupción?

—Los procesos anticorrupción requieren incorporar la visión ciudadana, sí, pero una que sea diversa, plural y comunitaria. Y esta investigación es una apuesta política para emprender dichos procesos desde lo colectivo y articulados como una forma de hacer contrapesos más fuertes ante la corrupción.

El resultado, afirma, “es este ejercicio participativo que sienta un precedente para la generación de una política pública anticorrupción con enfoque de género, intercultural e interseccional, que sí incluya y reconozca a las mujeres en su diversidad y sus necesidades, y que sea capaz de garantizar el ejercicio de los derechos humanos y una vida plena de las personas en nuestro país”.