LA CRISIS DE LA PRENSA

“Falta de investigaciones periodísticas que cumplan la función de vigilar”.

Libertad de prensa

Uno quisiera abrir los portales de noticias un día sin toparse con la palabra crisis, pero parece imposible. La agencia AP publicó hace días una nota, de acuerdo con la cual el año pasado cerraron 136 periódicos locales en Estados Unidos. Cada vez son menos los productos noticiosos que cubren pequeñas comunidades y todavía menos los que se ocupan de preparar reportajes de investigación sobre lo acontecido en esas zonas.

No es una preocupación esnob quedarse sin noticias de numerosas comunidades. Es una evidencia de la desaparición de más y más empleos de periodistas profesionales en el mundo, con el consiguiente sufrimiento económico de numerosas familias y los problemas emocionales para varios practicantes del oficio.

Además, empobrece la discusión pública, pues no se dispone de suficiente información para juzgar un panorama completo de la coyuntura política nacional y hasta internacional, si hablamos de poblaciones con gran presencia migrante u otras conexiones con el mundo.

Los portales digitales de noticias han destruido muchos periódicos, al poner al alcance del lector información de manera gratuita, pero también datos sin confirmar e información que no pasa por los estándares profesionales de comprobación de fuentes. Además, se pierde progresivamente la posibilidad de escuchar las voces de opinión locales.

En suma, una crisis de la prensa convencional, pero en conjunto una crisis de la esfera pública y de la credibilidad de las fuentes informativas.

Polarización

Nadie ha encontrado la solución a estas cuestiones. En Francia, cuya respuesta siempre es el estatismo, se ha fomentado la provisión de subsidios a la prensa tradicional. En otros países han buscado fortalecer las radiodifusoras locales, pero en Estados Unidos se asume plenamente como una falla de mercado, sin que nadie considere seriamente una solución.

Es de suponer también que esta falta de espacios para la convivencia de voces locales contribuye a la polarización y confrontación de vecinos, pues en la era del clickbait obtienen audiencias mayores quienes presentan posturas más radicales. Para colmo, los periódicos sobrevivientes también han perdido tiraje sensiblemente y han visto una disminución notable en el número de visitas a sus portales. Esto a su vez produce entornos políticos más opacos, donde la corrupción florece como resultado de la falta de investigaciones periodísticas que cumplan la función tradicional de watchdog (perro vigilante) que solía asignarse a la prensa. Menos investigación, menor nivel de cuestionamiento al poder y, por tanto, mayores márgenes de arbitrariedad, autoritarismo, etcétera.

La prensa recibía el nombre del “cuarto poder” en toda democracia por razones evidentes. En ausencia de esa prensa, los otros poderes pierden un contrapeso. No obstante, lo más grave de todo es que se debilita la conciencia cívica y el compromiso ciudadano, que gracias a la prensa se mantenía siempre alerta a lo que sucedía en su comunidad y en el país.

Esa pérdida es la más difícil de suplir, pues en ausencia de una conciencia cívica local y nacional, ¿cómo esperar que exista una internacional?

Como suelo decir en este espacio, si eso sucede en Estados Unidos, ¿qué podemos esperar en México? Nada bueno, me temo.

×