¿CUÁNTA GENTE LLENA EL ZÓCALO?

Ignacio Anaya
Columnas
ZÓCALO

Uno de los datos que más se quiere saber cuando sucede una marcha que termina en el Zócalo de la Ciudad de México es sobre la cantidad de asistentes. Para quienes la apoyan, la agregación es, o mejor dicho debe de ser, sumamente alta porque así se demuestra una base grande de seguidores por un objetivo. Por otro lado, se encuentran aquellos grupos, desde el oficialismo u otras instancias, que dan a conocer cifras mucho menores: ¿fueron 500 mil o 90 mil personas?

Para creer en una causa los números juegan un papel importante. Un ejemplo reciente fue la marcha del domingo 18 de febrero: cada parte dio una cifra diferente. Esa parece ser una constante en la vida política. Cada uno elige qué creer. Esto se debe, entre otras cosas, a las implicaciones políticas de dichas cifras: un número más alto puede ser interpretado como una demostración de fuerza y apoyo popular, mientras que uno bajo se cree es indicativo de una menor relevancia del tema por el que la gente sale a marchar.

El 7 de junio de 1910 Francisco I. Madero entró triunfante a la Ciudad de México tras la victoria de su levantamiento contra Porfirio Díaz. El periódico La Patria, al referirse a la multitud presente en la Plaza de la Constitución que celebraba el acontecimiento, comentó que fue una de “las más grandes y más sinceras manifestaciones que se haya visto en la Capital […] haciéndose patentes con esto, una vez más, que el pueblo mexicano sí está apto para la Democracia”.

La relación directa que hacía dicho medio entre el ejercicio democrático y la presencia física de la población alrededor del evento se muestra evidente en este caso. Por su parte, El Imparcial escribió que la plaza “se veía completamente llena de público”. Al considerar los ánimos de la época y el apoyo hacia Madero no es raro que en efecto hubo una congregación bastante grande de personas. Con el tiempo, la necesidad de resaltar el número que algo puede llevar a ese espacio sigue siendo un aspecto relevante. Estar ahí es ser sujeto político, por ello la razón de resaltarlo. La capacidad de movilizar a las multitudes es visto por muchos como una demostración del poder y la legitimidad de una causa.

Percepción

A lo largo de los años la metodología para calcular estas cifras ha evolucionado, pasando de estimaciones visuales a técnicas más sofisticadas que incluyen algoritmos de conteo. Además, la percepción pública de la asistencia a estos eventos siempre es moldeada por la cobertura mediática, que a menudo está influenciada por la línea editorial de cada medio de comunicación.

Tal debate sobre las cifras de asistencia para nada quedará cerrado: siempre habrá versiones. Vislumbrarlas es dar a conocer las luchas más amplias por la legitimidad, el reconocimiento y la influencia en el espacio público. En este contexto, ¿cómo podemos entender la relación entre número, poder y representación? ¿Es la cantidad de asistentes a una marcha un reflejo fiel del apoyo a una causa, o simplemente una herramienta más en la lucha por la percepción pública? La búsqueda de respuestas a estas preguntas invita a una reflexión profunda sobre la naturaleza de la participación cívica y la democracia en la era actual.