Paul Thomas Anderson siempre ha sido un cineasta del exceso emocional, de esos que empujan sus historias hacia los límites del absurdo humano sin perder el pulso de lo íntimo. En Una batalla tras otra (One Battle After Another), el director de Magnolia y There Will Be Blood lleva esa sensibilidad a un territorio político: Estados Unidos convertido en estado policial, donde inmigrantes son detenidos en masa y una resistencia improvisada intenta desafiar al sistema.
Lejos de ofrecer una sátira o un simple thriller apocalíptico, Anderson construye un drama hipnótico y profundamente humano sobre el amor, el poder y la imposibilidad de escapar del ciclo de violencia que une a los opuestos.
La líder revolucionaria Perfidia Beverly Hills (una magnética Teyana Taylor) y su pareja, Bob Ferguson (Leonardo DiCaprio, en uno de sus mejores papeles), encarnan una rebeldía que parece heredada del cine de los setenta, pero desprovista de esperanza.
Anderson los sitúa en un caos visual diseñado con precisión: textura granulada, planos cerrados y la cámara de Michael Bauman moviéndose con la fluidez de una pesadilla lúcida. Cada estallido se siente más como un eco de impotencia que como un gesto heroico.
El conflicto se transforma con la aparición del coronel Steven Lockjaw, interpretado por un Sean Penn monumental. Lo que podría haber sido una caricatura del militar autoritario se convierte en un retrato devastador de represión y deseo. Su vínculo con Perfidia, una noche ambigua y una hija concebida en medio de la guerra llevan la historia hacia una dimensión simbólica: la interdependencia entre enemigos, la violencia que une más de lo que separa.
Dieciséis años después, Bob sobrevive como un fantasma y su hija Willa (la luminosa Chase Infiniti) encarna el último vestigio de pureza. Paralelamente, Lockjaw se hunde en una hermandad de nacionalistas blancos que recuerda, con inquietante precisión, los movimientos extremistas contemporáneos.
La tensión entre ambos mundos estalla en una segunda mitad que combina suspenso y melancolía. Jonny Greenwood acompaña con una partitura que late como un corazón a punto de romperse.
Una batalla tras otra es cine político, pero también confesional. Anderson filma el derrumbe del idealismo con la ternura de un padre que observa cómo su hija crece entre ruinas. Su película es una advertencia y una plegaria: una parábola sobre la fragilidad de la libertad y la posibilidad, mínima y obstinada, de redención.
En breve
Título: Una batalla tras otra (One Battle After Another).
Dirección y guion: Paul Thomas Anderson.
Elenco: Teyana Taylor, Leonardo DiCaprio, Sean Penn, Chase Infiniti.
Lo más destacado Distopía política filmada con la densidad emocional de un melodrama; Teyana Taylor confirma su magnetismo como protagonista; Sean Penn ofrece un retrato complejo y vulnerable del poder; estética setentera y partitura inquietante de Jonny Greenwood.
Veredicto Un relato intenso y profundamente humano que convierte la distopía en espejo emocional del Estados Unidos contemporáneo.