EL TIRO ESTÁ CANTADO

Samuel Rodríguez
Columnas
CLAUDIA SHEINBAUM XÓCHITL GÁLVEZ

A partir del 1 de octubre de 2024 México tendrá presidenta. Independientemente de quién gane el proceso, lo evidente es que el papel y peso de las mujeres en la conducción del país y la política tendrán un impulso particular.

Si bien en otras ocasiones se ha contado con candidatas a la Presidencia, en el proceso electoral 2024 los mexicanos elegirán a la primera mujer presidenta de su historia. Al momento es más que claro que Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum serán las protagonistas de la contienda, en tanto que la eventual postulación de un candidato por Movimiento Ciudadano (MC) no variará de manera sustancial el sentido de la confrontación.

La verdadera disputa se dará desde ahora y hasta fines de mayo de 2024 entre Sheinbaum y Gálvez. Y el eterno adversario a vencer será el abstencionismo. La posibilidad de que un importante número de simpatizantes acudan a las urnas el primer domingo de junio de 2024 será fundamental para la definición del resultado. En la contienda los militantes y la exhibición de músculo social pasará a segundo término.

A partir del resultado obtenido en el proceso electoral 2021 en la Ciudad de México, así como en el Estado de México en la elección que se realizó en junio pasado, es más que claro que las coaliciones centrarán su atención en la obtención del apoyo social.

El número de militantes y simpatizantes que constituyen el denominado voto duro no le bastará a ningún candidato para ganar la elección. Ello lleva a reconocer que, en la elección de 2024, será más importante que nunca la participación social. Lograr que todos los mexicanos con credencial para votar salgan a ejercer su derecho a elegir al siguiente titular del Poder Ejecutivo será fundamental.

Poderes

El sentido del discurso en ambos lados está por demás definido y los debates que se realicen de manera obligada serán fundamentales. En el fondo la disputa por la conformación del Congreso de la Unión se constituirá en el segundo frente de la contienda, incluso por encima de las nueve gubernaturas que estarán en juego, incluida la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.

Tanto el bloque de Morena como el Frente Amplio por México (FAM) buscarán hacerse de la mayoría de curules en la Cámara de Diputados y de escaños en el Senado, a fin de ejercer desde el Poder Legislativo una suerte de verdadero cogobierno.

En el caso de Morena, de concretar la mayoría absoluta, le permitiría realizar los cambios en la Constitución que considere necesarios, si Sheinbaum gana la contienda presidencial.

Y en caso contrario, permitiría acotar el ejercicio presidencial en el caso de que Gálvez se haga de la titularidad del Poder Ejecutivo.

En todo caso, tanto Sheinbaum como Gálvez requieren de un acompañamiento sólido desde el Poder Legislativo.

Pero a fin de cuentas serán los mexicanos quienes con su voto decidan quién será la primera presidenta de México y si contará o no con el apoyo a ultranza del Poder Legislativo. En todo caso no hay que olvidar que en las elecciones intermedias del sexenio de Ernesto Zedillo, con Porfirio Muñoz Ledo a la cabeza, los representantes populares de oposición comenzaron a establecer una nueva correlación de fuerzas, en términos políticos, donde quedó claro que el Ejecutivo propone y el Legislativo dispone.

Y con ello se materializó la voluntad del Constituyente que determinó la existencia de tres Poderes —Ejecutivo, Legislativo y Judicial— que en esencia deben ser autónomos. Solo es cuestión de revisar el texto constitucional para verificar que debe existir entre ellos coordinación y no subordinación.

Pero el primer domingo de junio de 2024 serán las y los electores quienes determinen qué tipo de gobierno y Congreso quieren. No elegirán solo uno, sino dos Poderes de la Unión.